Estuve mirando el informe de la Misión de Observación Electoral sobre las elecciones presidenciales del 2022 y me llamó mucho la atención el siguiente dato: 17.559.939 personas no salieron a votar por Gustavo Petro ni por Rodolfo Hernández en la pasada elección presidencial.

Cuatro años después, esta población —que representa el 45% del censo electoral del país— sigue buscando un candidato presidencial que los seduzca a votar en las elecciones de 2026. Las exigencias son mínimas. Ellos solo están pidiendo un candidato que no pertenezca al régimen del socialismo del siglo XXI ni al régimen de los pactos burocráticos entre partidos políticos. Un candidato íntegro, con capacidad de gestión y menos discurso, y que no haya sido cuestionado por algún acto de corrupción en el pasado.

Ellos esperan encontrar un candidato presidencial que se comprometa a despolitizar la justicia y los órganos de control del país. Un candidato que esté decidido a gestionar una reforma constitucional para quitarles a los presidentes en funciones el poder de proponer candidatos de manera indiscriminada para fiscal, contralor general de la República, procurador general de la Nación y magistrados de la Corte Constitucional. Una reforma que también suprima las facultades al Congreso de la República de elegir contralores y procuradores, como también abolir en las Asambleas de Diputados, Consejos Distritales y Municipales las elecciones de contralores departamentales y personeros. Con estas dos medidas se erradica de raíz el 80% de la corrupción pública del país.

La abstención podría estar dispuesta a elegir presidente de Colombia si encuentra un candidato comprometido a instituir un programa que subsidie el 80% de la compra o mejoramiento de vivienda a los 15 millones de colombianos que sobreviven con un sueldo menor a los $200 mil pesos mensuales. Una humilde familia con techo propio es una familia menos en el estrato de la pobreza extrema. También, prefieren un candidato que sea capaz de presentar una reforma tributaria al revés. Que en vez de aumentar los impuestos a las personas y empresas, establezca un programa de beneficios fiscales para hacer crecer la economía, generar mayor recaudo y darle trabajo a más de 2 millones de personas que están desocupadas. Con estas dos medidas, erradica la pobreza, genera empleo y reactiva la economía.

Los 17,5 millones de personas que hacen parte de la abstención quieren salir de sus casas a las urnas a votar por un candidato presidencial que les presente la mejor estrategia para recuperar el control de los corredores geográficos que hoy están en poder de las guerrillas, paramilitares y cultivadores de coca, y establezca un nuevo sistema carcelario para delincuentes y criminales. Con estas dos medidas, elimina la violencia, la extorsión y el narcotráfico.

Claramente, si la abstención crea un movimiento político y encuentra un candidato con la capacidad y determinación de ejecutar estas ocho propuestas de gobierno, lo eligen presidente en primera vuelta. Y no creo que tengan que contratar a un headhunter; ya hay dos candidatos que se perfilan con esas características.

@indadangond