No es usual que una novela gráfica —o para ser más precisos, un ensayo gráfico ilustrado— sea un éxito de ventas. Sin embargo, eso fue lo que sucedió con El mundo sin fin, un interesante libro sobre la crisis climática y la energía, publicado originalmente en Francia en el 2021 por la acertada sociedad entre Jean-Marc Jancovici, un prominente ingeniero graduado de la École Polytechnique y Christophe Blain, un reconocido ilustrador. Su traducción al español está disponible desde finales del 2022.
Se trata de una obra que explica, de una manera clara y contundente, la serie de situaciones que han llevado a la humanidad al escenario de crisis ambiental que vivimos hoy. Además de plantear de una manera didáctica las complejas interacciones que propiciaron el presente energético, los autores también sugieren algunas opciones que nos podrían sacar del embrollo, aunque ninguna resulta fácil ni rápida. No hay fórmulas mágicas. Esa dosis de realidad, respaldada por las leyes de la física, es uno de los aportes más importantes del libro, que, aunque resulta muy ameno de leer y se apoya magistralmente en divertidas ilustraciones, no deforma los hechos ni los oculta.
Por ejemplo, en las primeras páginas los autores precisan que no hay tal cosa como la energía verde —ni rosada, ni negra—, y que «optar por una fuente de energía equivale a aceptar ciertas transformaciones, con sus ventajas y contrapartidas. Toda energía se vuelve sucia cuando se utiliza a gran escala. Absolutamente toda». Otro pasaje muestra a la generosa madre naturaleza conversando con uno de los personajes, quien le pregunta si tendría disponible una «fuente de energía muy concentrada, con pocas barreras que me separen de su acceso y que resulte sencilla de utilizar». La respuesta que recibe es un amoroso baldado de petróleo en la cara, aclarando así nuestra histórica dependencia por los combustibles fósiles.
Uno de los mensajes más potentes del libro establece que el ritmo de las transformaciones que exige el mundo contemporáneo, no parece compatible con la posibilidad de conservar las libertades individuales dentro de los estándares de vida actuales. Y ya sabemos que basta invocar o amenazar las libertades individuales para que las pasiones se enciendan de inmediato. Puede que ese sea el dilema fundamental.
En suma, El mundo sin fin es una obra rigurosa, pertinente y accesible, un notable esfuerzo por exponer con objetividad asuntos muy complicados y a veces contrarios al sentido común. Su lectura ayudará a reconocer tanto los aciertos como las equivocaciones que marcan hoy las decisiones frente a la crisis climática.
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