La descertificación no tomó por sorpresa a nadie. Además de las incuestionables cifras, era un ferviente deseo de Petro: Sabe que fracasó en todo, así que, pese a que fue una medida boba, más parece de Biden que de Tump, tendrá su caballito de batalla para culpar a los gringos de toda su ineficiencia. Lo peor, se lo creerá y ya está asegurando que nos irá mejor sin tales limosnas, no le importa que los que sufran su estupidez sean los soldaditos abandonados a su suerte. Todos sus ataques contra Trump fueron para mimetizar su complacencia con los malandros locales y con los Maduros y cómplices, sabiendo que los gringos están enterados de todo lo que aquí ocurre, y por qué acontece. A su pálida protesta sólo le falta que los amenace anunciando que renunciará a la visa.
Petro cada día está más solo, más débil y más desprestigiado. El problema vendrá porque, acorralado, cual fiera salvaje será capaz de atacar hasta a sus propios áulicos. Sabe bien que con la derrota de la Balanta se le trastocó su idea de enredar las elecciones, así que le toca enfrentar los dos problemas: la parlamentaria, y la presidencial. Ésta la tiene perdida, sin candidato que mueva, todos detestables, y contra la gavilla de todos. Vaya rollo el que se le armará con las parlamentarias: su movimiento está integrado por ignorantes que no entienden que se les acabó su cuarto de hora, y tienen aspiraciones de congresista; ya no podría ser la lista al garete de la vez pasada, sino que, para estar, tuvo que haber alguna connotación que, evidentemente, pocos tienen. Allí podrían ayudarles los recién añadidos políticos puros, pero los mismos petristas los rechazan tildándolos de aparecidos. Ya estarán haciéndoles fila para quedar en el mejor puesto posible. Es que no pueden abrir las listas, porque se ahogarían todos, y así vendría el máximo desastre.
Claro que la rebatiña no es sólo del petrismo: aquí también hay pugnas bravas, como la de la Cabal con la viuda Tarazona que, dadas las circunstancias de cada una, no se les puede creer a ninguna de las dos pues Uribe no dice ni pío, debe tener su carta escondida, que se dice será Abelardo quien, con Vicky, puntean, pero está demostrado que sin Congreso no hay nada; esperemos que el uribismo lo apoye. Fíjense que Oviedo, quien se sabe mover, recorre el país armando listas, que se dice que la encabezará una costeña, buscando voz parlamentaria.
Mientras, Fincho, fresco, los godos están firmes. Igual que el liberal Gómez Amín, esperando desenlace. Así que, ¡hagan sus apuestas!
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