El cumpleaños de la tierra que me vio nacer me lleva a pensar en su historia y su actualidad, en cómo vamos y que nos espera; me pregunto ¿hay esperanzas para ella? Eso depende del concurso de voluntades políticas, sociales y ciudadanas; además de reflexionar respecto a que tanto amamos nuestra tierra, la cuidamos, la mantenemos limpia y unimos esfuerzos para trascender a las crisis, lo cual, es un tema subjetivo de mirarnos con consciencia y determinar que (y como) podemos aportar, basta de lanzar críticas y decir que todo está mal por culpa de terceros, hacemos parte de Riohacha y podemos sumar si así lo determinamos.

En este sentido, quiero llamar la atención respecto a que no limitemos nuestra energía a condenarnos al criterio de imposibilidad de cambiar las historias caóticas, sino de visionarnos como sujetos y sujetas capaces de aportar al avance.

Riohacha 480 años de historias culturales, turísticas, familiares que se tejen desde la esencia macondiana del caribe inmenso que encabeza La Guajira. Una capital de mar, tertulias, carnaval, gastronomía y desafíos por enfrentar, sin desconocer las cosas buenas que la convierten en majestuosa.

Para acércanos a cambios genuinos hay que hablar de transformación política y social que requiere con urgencia, es pertinente que le permitamos a nuestra tierra reencontrarse con la categoría de Distrito, eso implica una renovación de la cultura ciudadana, prácticas políticas transparentes y lejanas a la normalizada corrupción.

Es necesario una intervención holística que no excluya sectores tan importantes como el arte, la cultura o el deporte, es pertinente y se hace urgente trascender de modelos ortodoxos – que reducen todo a obras de cemento – para intervenir a Riohacha desde visiones integradoras y basadas en el bien común.

La forma de celebrar el cumpleaños de mi tierra natal es que podamos superar la falta de autoestima ciudadana, que tejamos una visión colectiva y que como ciudadanía asumamos una actitud proactiva que vaya desde elegir bien a los y las mandatarias, mantener limpio el entorno, reconocer que el espacio público es de todos y todas, y en ese sentido, tener presente que el entorno necesita de nuestro cuidado y atención, que no despersonalizamos nuestro amor por Riohacha, por cuenta de la indiferencia social.

No pretendo sonar a romántica descontextualizada de la realidad, esto que digo es posible y Riohacha lo necesita, duele mucho ver sus calles con puntos críticos de residuos como si fuera un pueblo abandonado y hay que recordar que la gran casa de quienes nacimos y tenemos nuestra familia ahí, es toda la ciudad; nuestro hogar no es solo nuestra casa privada sino nuestro territorio en pleno, su mar, su rio, sus calles, sus historias, todo eso nos pertenece, por eso el amor por el suelo que nos ve nacer debe ser debe ser infinito, ese para siempre debe traducirse en gratitud y lealtad.

Riohacha necesita avanzar en varios aspectos, tiene muchas falencias y situaciones críticas que le alejan de ser percibida como distrito capital, pero aún con esa realidad es nuestro deber ético y ciudadano hacer consciencia de lo que podemos aportar para que sea cada día mejor, en este sentido, el concurso de la institucionalidad (pública y privada), la academia, las organizaciones sociales y ciudadanía en general, deben integrar propósitos y acciones para darle el mejor regalo a Riohacha.

Que logremos una estructura de distrito majestuoso de la tierra donde comienza Colombia, un territorio poderoso que merece recuperar su majestuosidad y la categoría que tiene en la historia de Colombia y de Latinoamérica. Hay una nueva generación que se levanta y es fundamental que haya un tejido intergeneracional que conlleve a co-creaciones de nuevas realidades políticas, sociales, culturales y económicas para Riohacha, la tierra de mar y rio.

¡Felices 480 años Riohacha, La Grande!

@facostac