Son expresiones que han ido surgiendo en la consulta por la forma en que la gente del lugar utiliza su lenguaje metafórico para resumir una idea que trato de esbozar acerca de alguna circunstancia de la sesión terapéutica.

Plomo corrido aparece en un momento en que un padre no sabe qué hacer con su hijo de 8 años, muy inquieto, que no hace caso, en el colegio hay muchas quejas sobre su comportamiento y no saben cómo hacerle entender que corrija sus conductas; pregunta si se le puedan dar unos correazos. Le contesto que eso nunca ha servido para nada, le propongo que lo castigue quitándole lo que más le gusta: televisión, tablet, computador, celular, no hay salidas al parque. El padre pregunta por cuánto tiempo, le respondo que por 1 semana, 15 días, 20 días, según la gravedad de su conducta; el niño grita ¿Que quééééé?, y el padre y yo nos miramos comprendiendo que le dolió, y dice la frase que pone título a la situación: Ya sabes, hijo, el que se porta mal, plomo corrido.

El Síndrome de la Jeta Torcida es una observación de un colega médico que trajo a su hijo a consulta porque, siendo inteligente, no le va bien en el colegio, pues, tiene una mala actitud hacia el estudio, no quiere estudiar, cada vez que lo mandan a hacerlo tuerce la jeta para un lado y se sienta enojado frente al libro; le he dicho, explica el padre, que siempre que tuerce la jeta, se le cierra el cerebro y no entra el conocimiento. Genial, metáfora brillante para explicar el fenómeno de fondo en la escena, la actitud del chico frente al estudio. Por supuesto que no entra el conocimiento, lo está rechazando.

A partir de esa observación, pregunto a los padres en circunstancias parecidas, cuál sería para ellos el signo en la cara de su hijo que demuestre su negativa a estudiar y, en un alto porcentaje, aparece la torcida de la boca para un lado. Es tal la casuística, que dio para ponerle un nombre como síndrome que me sirve para explicar a los chicos y chicas las desventajas de la jeta torcida y les muestro cómo debe ser la actitud para el estudio de una chica o chico inteligentes.

En esta semana aprendí una nueva palabra. Estaba evaluando a una chica de 15 años a quien su madre trae a consulta porque está presentando un retroceso en su cuadro clínico por el cual la están tratando. Cuando le pregunto por el estado de mejoría de su hija me responde que es lo contrario, está en peoría. Y a mí se me encendió el cerebro con este término que escuchaba por primera vez como médico y, por supuesto, no torcí la jeta, sonreí ante la adquisición de un nuevo conocimiento, luego lo compartí con mis amigos.

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