La egolatría encuentra amplificadores en quienes desean ocupar posiciones de poder para satisfacer sus apetitos personales. Contagian a sus equipos con la urgencia de destacarse, confundiendo al liderazgo con la hegemonía. La batalla consiste en imponer su criterio, estilo o visión de trabajo. No interesan las formas, importa es el resultado. ¿Conoces alguna persona que siempre quiere figurar por encima de apoyar?

Destacarse no es una amenaza para la excelencia. Debería ser la consecuencia, no la finalidad ni el propósito. Los reconocimientos son esenciales para el desarrollo social, al estimular el desempeño notable en cualquier gestión que involucre personas, objetos y elementos naturales. Pero estar siempre en la búsqueda de aprobación, celebración o elogio, es adelantarse sin haber iniciado la carrera. Y eso es un reflejo de ir a mal paso.

Procurar la recompensa para obtener honores sin méritos, es mandar desconociendo lo que significa obedecer, menoscabando el orden al distorsionar la noción suprema de la libertad. Para dirigir, guiar, administrar, presidir, instruir o gobernar de la manera capaz de encontrar equilibrio entre el deber y la satisfacción, se requiere mucha sensibilidad. Sentir es sinónimo de servir para quienes buscan beneficios comunes: Si lo sientes, lo sirves.

Aunque existen formas modernas de llamar a los jefes: CEO, presidentes, directores, managers, superiores, autoridades, gerentes, apoderados, encargados y gobernantes, generalmente olvidan que su rol y desempeño requieren la aplicación y el mejor desarrollo de la gente en la que confían: La confianza es el propulsor de la excelencia.

El sufijo ptosis proviene de una voz griega que significa caída. Traduce el descenso vertiginoso de la legitimidad, la aprobación y la popularidad o el respaldo a quienes toman las decisiones y definen las estrategias, trazando el rumbo de las organizaciones. En medicina todo lo que termina con él, es una enfermedad o el colapso de un órgano.

La ‘Presidentosis’ es la aspiración descontextualizada y ausente de razón, estimulada por el deseo constante de satisfacer el ego y la sensación de poder sometida al afán de protagonismo confundiéndose con oportunismo. Es la alteración de la posición ideal de los presidentes, líderes o directores propiciada por la disminución de su capacidad asociativa e inspiradora. Es espejo de la egolatría usando la lupa del hedonismo. El transmisor de la avaricia amplificando la frecuencia de la corrupción.

¿Servimos sin arrogancia? Liderar es mucho más que figurar o simular. ¿Superamos la Presidentosis?

@JulioCesarHT