Todavía hoy recuerdo el día que el médico me llamó para decirme que mi papá había muerto. Estábamos en pandemia. No pude estar cerca como hubiera deseado. Estoy seguro de que mi vida no volvió a ser igual. Perder a alguien que amamos nos transforma. Nos cambia la manera de ver la vida, de relacionarnos con el presente y de entender el amor. El duelo no es una enfermedad ni un obstáculo por vencer, es un proceso profundamente humano que puede convertirse en camino de sentido. Desde mi experiencia personal y como líder espiritual que ha acompañado a tantas personas en sus pérdidas y duelos, estas son tres actitudes esenciales para vivirlo con profundidad:
1. Aceptar el dolor sin disfrazarlo: La pérdida duele. Negarlo o minimizarlo solo alarga el sufrimiento. No se trata de aparentar fortaleza silenciando lo que sentimos, sino de atravesar el dolor con autenticidad. Permitirse la tristeza, la nostalgia, incluso la rabia, es parte del proceso. El duelo no se supera ignorándolo, sino viviéndolo con honestidad, sin juzgar nuestras emociones. Evitar entrar en preguntarse ¿por qué pasó? Esa respuesta no tiene respuestas absolutas que llenen de paz. Asumir la realidad. Sin sentimientos de culpa. Apartarse de los relatos que nos saquen de la realidad.
2. Honrar la vida de quien partió con gratitud. Podemos quedarnos atrapados en la ausencia o elegir mirar hacia el amor vivido. Recordar con gratitud nos conecta con lo que esa persona sembró en nosotros. Sus gestos, sus palabras, su forma de amar. Preguntarnos: ¿Cómo puedo seguir honrando su legado en mi día a día? nos ayuda a resignificar la pérdida y transformar el vacío en presencia. Reconocer las bondades de la presencia de esa persona en nuestra vida. Tener momentos de gratitud. Ser feliz una manera de honrarlos
3. Seguir adelante sin culpa, con amor. Amar también es aprender a decir adiós sin perder el vínculo interior. Seguir adelante no significa olvidar, sino integrar la ausencia con ternura. Vivir plenamente es una forma de homenaje. Permitirnos ser felices de nuevo no borra lo vivido, lo honra. El duelo es parte del camino, no el destino final. Tener ritos de cierre. Construir la vida desde el propósito, sabiendo que eso nos ayuda a crecer. Tener experiencia espiritual
La muerte nos recuerda lo frágil que es la existencia y lo urgente que es amar sin reservas. Que no se nos pase la vida sin decir lo que sentimos, sin abrazar a quienes están, sin agradecer lo vivido. Además, tengo la certeza que la finitud nos hace centrarnos en lo esencial de la vida. Si fuéramos eternos todo sería igual de importante.
@Plinero