En el debate sobre el futuro energético del país es fundamental partir de un hecho ineludible: sin hidrocarburos no hay transición energética posible. En la canasta energética del país, este sector es el principal motor económico y financiero, que permite avanzar hacia una matriz diversificada, confiable y sostenible.

La Agencia Internacional de Energía recientemente señaló que la demanda global de gas natural registró el mayor crecimiento entre los combustibles fósiles en 2024, consolidándose como el energético de transición clave para reducir emisiones y respaldar la expansión de energías renovables variables como la solar y la eólica. Esta tendencia confirma que el gas natural, dadas sus menores emisiones frente al carbón, juega un papel estratégico como respaldo para una matriz energética que se vuelve cada vez más dependiente de fuentes intermitentes.

Entre 2020 y 2024, en Colombia, el sector de hidrocarburos representó el 31% de las exportaciones totales, garantizando el ingreso de divisas y equilibrando la balanza de pagos; aportó alrededor del 15% de la Inversión Extranjera Directa (IED), fortaleciendo la competitividad y el empleo de calidad; también contribuyó con cerca del 9% de los ingresos corrientes del Gobierno Nacional (2019-2023), recursos fundamentales para financiar programas sociales, infraestructura y parte de los mismos proyectos de energías renovables no convencionales. Estos datos, reflejan que la producción responsable de hidrocarburos no sólo mantiene la estabilidad macroeconómica, sino que también apalanca la transición energética.

En Acipet consideramos que la transición energética es una transformación continua que requiere planificación técnica, financiamiento sólido y una diversificación paulatina de la matriz energética. También cabe destacar el impacto del sector en la cadena de valor nacional: más de 360.000 empleos directos e indirectos dependen hoy de la industria de Oil & Gas, con salarios competitivos y una alta inversión en formación técnica, innovación y transferencia tecnológica. Defender esta industria responsable, que ha avanzado en estándares ambientales, en la reducción de emisiones y en el desarrollo de proyectos híbridos (por ejemplo, autogeneración renovable en campos petroleros), es también apostar por un tejido empresarial robusto y social que dinamiza las regiones productoras.

En conclusión, sin hidrocarburos no hay transición energética. Sin sus recursos fiscales, sin su capacidad de inversión y sin su respaldo técnico, la ruta hacia una economía baja en carbono quedaría incompleta y financieramente inviable. Reafirmamos que la producción responsable de hidrocarburos no es un freno, sino el puente que permitirá que Colombia avance hacia un futuro más limpio, más seguro y fiscalmente sostenible.

*presidente de la Junta Directiva de la Acipet