A partir de 1997, cuando apareció la primera plataforma catalogada como red social, con el nombre de SixDegrees, la sociedad empezó a sumergirse en las bondades de la creación de espacios comunicacionales en tiempo real, con amplias coberturas, la organización de comunidades en línea y la conectividad instantánea. Este maravilloso mundo digital nos enamoró a todos y logró hacernos parte de una comunidad virtual, cambiando, de manera radical, la forma de relacionarnos e interactuar. De manera paralela, empezamos a vivir su cara poco amable derivada de su uso y abuso, sin ética y control, como, por ejemplo, el fenómeno de la desinformación y la difusión de fake news, y el ser un espacio propiciador de antivalores como la frivolidad, la superficialidad, la vanidad, la arrogancia, el arribismo, el engaño, la agresividad, entre otros.
Por eso, cobran especial importancia las palabras del papa León XIV, en el Jubileo de Misioneros Digitales, la semana pasada en el Vaticano, ante 1100 jóvenes influencers católicos y misioneros digitales, procedentes de 146 países.
En su mensaje, el pontífice recalcó que en esta cultura en que la dimensión tecnológica es, prácticamente, omnipresente, depende de cada uno garantizar que esta siga siendo humana e insistió en que nada de lo que proviene del hombre y su creatividad debe utilizarse para socavar la dignidad de sus congéneres.
Comparó el llamado de Jesús a sus primeros apóstoles a reparar las redes, por su relación con la pesca, con el llamado a quienes se dedican a las redes sociales, a construir “redes de relaciones, redes de amor, redes de intercambio gratuito, en las que la amistad sea auténtica y sea profunda. Redes donde se pueda reparar lo que ha sido roto, donde se pueda poner remedio a la soledad, sin importar el número de seguidores —los followers—, sino experimentando en cada encuentro la grandeza infinita del amor”.
Así mismo, les pidió ser capaces de darles voz a los más débiles, de romper la lógica de la división y de la polarización, del individualismo, del egocentrismo y de la frivolidad, al igual que vencer las fake news, a través de la divulgación de la verdad.
El mensaje papal debe motivar a la reflexión y la acción no solo a los creadores de contenidos digitales sino a todos los que interactuamos en las redes sociales para evitar males que van in crescendo, como la infoxicación, la adicción, el ciberbullying y la pérdida de la salud mental.
Las redes sociales deben ser un medio que permee y potencialice los valores humanos y no los antivalores.
@Rector_Unisimon