Cansado de generar opinión sobre temas políticos, de corrupción y de las locuras que están destruyendo nuestra sociedad, he decidido escribir sobre temas más amables y me he encontrado con una novela que me atrapó y quiero recomendarles a quienes leen mi columna y siguen mis escritos.

La última novela del escritor barranquillero Germán Danilo Hernández Torres, “El alma de la madera”, transporta a los lectores a un mundo donde la magia y la realidad se entrelazan en medio de la violencia que azota las regiones remotas de Colombia, específicamente en las montañas de la serranía de San Lucas. Su protagonista, Saúl Mancini, decide regresar al corazón de la selva, donde su padre construyó un complejo maderero, el cual abandonó en su infancia debido a la violencia. A pesar de haber encontrado refugio y estabilidad en Estados Unidos, los recuerdos de su niñez en la selva del caribe colombiano, nunca lo abandonaron.

Una experiencia de la adolescencia del autor, durante una visita al condado Amish de Lancaster, en Pensilvania, que lo llevó a imaginar la creación de una comunidad apartada de la modernidad y de la civilización, que fundaría en las tierras que una vez fueron de Mancini Forestal, luego de ser despojadas por el conflicto armado entre guerrilleros, paramilitares y las fuerzas del Estado.

La historia narra la aventura que emprende un grupo de personas, la mayoría jóvenes, y su deseo de habitar en un entorno que la naturaleza indómita ha reclamado, donde los horrores del pasado se transforman en expresiones artísticas que logran fascinar a esta nueva comunidad aislada, donde la simplicidad de la vida natural prevalece sobre lo material. El contacto con la naturaleza los lleva a tener experiencias colectivas con plantas exóticas como el yagé, ayahuasca, brebajes que eran consumidos en pequeñas porciones en noches de luna, en las cuales “el sexo no derrotaba al amor” mientras contaban las estrellas fugaces.

En Villa Madera, las casas fueron construidas formando una herradura y sus habitantes establecen un estilo de vida alejado de la contaminación del mundo exterior, donde el dinero carece de valor y el arte se convierte en una forma de honrar los recuerdos oscuros de las masacres. Los nuevos pobladores, jóvenes y creativos, transforman los cráneos que desentierran de fosas comunes en símbolos de renacimiento y esperanza.

Sin embargo, la historia también revela los peligros que enfrenta esta comunidad, cuando el ejército confunde a sus habitantes con narcoterroristas, llevándolos al borde de la destrucción cuando pretendían bombardearlos. El alma de la madera es una obra cautivadora que invita a la reflexión sobre la vida, el arte y la resiliencia, convirtiéndola en una lectura altamente recomendable.

@lavozdelderecho