Una de las grandes preocupaciones de padres y profesores en la era de la inteligencia artificial es el impacto que estas herramientas puedan tener en el aprendizaje de jóvenes de todas las edades. Hoy, con más de 700 millones de usuarios semanales en OpenAI, ese temor es legítimo: el mundo académico no puede ignorar su potencial para apoyar a los estudiantes, ni el riesgo de que se utilicen para hacer trampa. Desafíos como la integridad académica, la sobredependencia tecnológica, la desinformación, los sesgos de los modelos o la dificultad de capacitar a los docentes y evaluar a los alumnos siguen presentes en la mente de líderes y directivos educativos.
Sin embargo, el reciente lanzamiento del “modo estudio” de ChatGPT —seguido por Google con su herramienta Aprendizaje Guiado— podría disipar parte de esas dudas y, de paso, reforzar el valor de estas tecnologías dentro del aula.
A diferencia del sistema habitual, el “modo estudio” propone un aprendizaje guiado. En lugar de entregar respuestas inmediatas, lleva al usuario por un camino paso a paso, con explicaciones y ejemplos que le permiten comprender el razonamiento detrás de la solución. Además, formula preguntas de control para confirmar que el estudiante está entendiendo el proceso. Este enfoque se adapta al nivel de cada persona: puede comenzar con explicaciones sencillas y avanzar gradualmente hacia detalles técnicos a medida que aumenta la comprensión.
La herramienta también ofrece ejercicios, tarjetas didácticas y retos para reforzar la memoria y medir el progreso a lo largo de las sesiones. En otras palabras, no es solo “una calculadora que da la respuesta”, sino un tutor permanente que enseña a resolver el problema. Su método, de corte socrático, puede convertirse en un aliado para los docentes que decidan integrarlo en sus clases.
Por supuesto, los retos mencionados no desaparecen. Seguirá siendo esencial que gobiernos e instituciones educativas encuentren un equilibrio que permita aprovechar estas tecnologías sin comprometer los principios fundamentales de la educación de nuestros niños. La verdadera oportunidad está en convertir la IA en una herramienta que potencie el pensamiento crítico y la creatividad, no que los reemplace. Si el “modo estudio” logra que los estudiantes aprendan a formular mejores preguntas, cuestionar la información y construir conocimiento propio, habremos dado un paso decisivo hacia una educación del siglo XXI que no tema a la tecnología, sino que la use para formar mentes más libres, analíticas y preparadas para un futuro incierto.
@RPlataSarabia