En la instalación del Congreso el pasado veinte, el gobierno fue a lucirse con cifras falseadas. Pero no contaron con Lina María Garrido Martin, representante a la Cámara por Arauca a quien, dada su militancia en Cambio Radical, le correspondió la vocería de la réplica de la oposición, algo que se esperaba sería más de lo mismo. Pero no. Colombia quedó sorprendida con la claridad de su exposición, el buen manejo de su dicción y, ni hablar de la valentía de su réplica, no se guardó nada en el corto tiempo asignado, al punto que terminó siendo la estrella del evento.

Con evidente convicción y la seguridad que le brindaba confesar que había otorgado su voto al candidato Petro, lo que la ubicaba entre los millones de desencantados, le cantó la tabla al gobierno, a los funcionarios, a los ministros a quienes tildó de despistados, específicamente a la vicepresidente Francia Márquez a quien le pidió dignidad, y hasta al propio presidente, a quien exigió que la mirara a los ojos y, sin reato ni recato le fue soltando una andanada de verdades a todo el gobierno, de tal manera que salieron corriendo en medio del abucheo de los parlamentarios, la débil protesta de los afines al gobierno, una humillante huida entre la que se destacó como un loquito más el nuevo ideologizado (tal vez el falso pastor) gritando y repitiendo “¡reelección!”, seguro aturdido por la palera que se llevaron se le soltó la lengua sobre el verdadero propósito petrista.

El caso es que la estrella colmó las redes, radio y televisión peleándose por entrevistarla, que en una de ésas contó que lo de Francia era porque le había pedido directamente que protestara porque la despreciaban y humillaban, y ella ahí haciéndose la boba. Y que también a Petro al pedirle que la mirara le recordó su incapacidad de mirar a los ojos a su interlocutor, terrible síntoma de una mente retorcida. El gobierno fue por lana, y resultó trasquilado.

Como debería salir también trasquilado con el próximo fallo del acomodado y sesgado juicio al ex presidente Uribe, perseguido por una izquierda que no le perdona la palera que les dio durante su gobierno y que años después le sigue dando, al punto que tienen claro que un fallo adverso, lejos de afectar su imagen, le dispararía la favorabilidad y lo mostraría como otra víctima de atentado, ya no a bala como el del senador Uribe que se encuentra en UCI, sino a punta de procesos judiciales, justicia instrumentalizada, sólo para inhabilitarlo. Porque es evidente que, si inventan algo para revivir la reelección, Uribe ¡los barrería!

rzabarainm@hotmail.com