No hay mucho que abundar ante el tremendo éxito del evento de la OCDE, su gran acogida y lo gratamente impresionados que quedaron los visitantes frente al desarrollo y los proyectos de Barranquilla y, claro, de la gestión del alcalde Álex Char. La resonancia mundial debe tener al guerrillero presidente en una ardidez que no hay árnica que valga ni riposta que le parezca suficiente. Sus áulicos salieron de una a revivir el tema de la valorización que buscan imponer a la carretera a Cartagena que, pese a los fallos de varias instancias judiciales, presentan apelaciones, y toda suerte de recursos de los que abundan en nuestra santanderista legislación.

El nunca bien ponderado Humberto Salcedo Collante fue en 1974 Ministro de Obras Públicas (hoy ministerio de transporte) del gobierno de Alfonso López. Es considerado el mejor ministro que ha tenido el Caribe, y sus innumerables ejecutorias dan fe de lo prolífico de su gestión. En 1975, hace ¡cincuenta años! inició las obras del anhelado proyecto el cual tuvo férrea oposición de los cachacos. Salcedo no se arredró, aunque el centralismo le limitó lo de las dos calzadas sólo hasta Puerto Colombia. Desde ahí la obra continuaría superando muchos obstáculos y hace como veinte años nos clavaron un peaje, pero le adicionaron una tercera caseta de cobro antitécnico, a poca distancia del anterior, antes de llegar a Puerto. O sea, esa tercera caseta se puso solo para los transeúntes porteños, que nada que ver con la carretera. Fue una ilegal agresión insólita que motivó protestas, pero ahí está, y la vía la hemos pagado como diez veces.

Los petristas la recorren hoy y, claro, ven los conjuntos, clubes populares y construcciones de todo tipo, que su ideología llena de envidias y odios les impide imaginar las afugias y problemas de rotura de muelles y llantas que durante muchos años implicaba a los dueños de los predios llegar por el destapado e intransitable camino y, por ello, equivocadamente persisten en que la carretera valorizó los predios e impulsó las construcciones que se aprecian. ¡Es al revés!! la masiva asistencia a dichas construcciones motivó a inversionistas en concesiones a impulsar su negocio de peajes, haciendo las mejoras en la carretera que ahora quieren volver a cobrarnos por valorización, sin importar ni la capacidad de pago de los afectados, ni su estrato, ni básicas consideraciones topográficas, ni que está inconclusa. Sólo cumplen órdenes del Petro odiador.

Ante la imposibilidad fisiológica de convencerlos, tocará continuar con la batalla legal que sostienen los senadores Carlos Meisel y Mauricio Gómez Amín, cabezas visibles del grupo de parlamentarios y entidades que apoyan la anulación del malintencionado propósito petrista. O que la oposición actúe y se invente alguna figura como desaforarlo o juzgarlo por indigno o cualquier otra que nos permita salir de semejante incordio.

rzabarainm@hotmail.com