Colombia está a la deriva. Eso lo sabemos todos, incluyendo a quienes creyeron en la promesa de un cambio que nunca llegó. El país necesita un nuevo liderazgo que establezca prioridades y propósitos comunes. Un liderazgo firme en sus metas, pero abierto al diálogo para construir las mejores fórmulas.
El país está pagando muy cara la improvisación y la charlatanería. Gobernar se ha convertido en el arte de buscar culpables en lugar de resolver problemas. Eso lo tenemos que cambiar. Lo que importa es la capacidad y no la ideología. La experiencia y el conocimiento deben pesar más que los dogmas del gobernante. Más que izquierda o derecha, el país quiere un gobierno en el que pueda confiar.
Pero quizás la mayor obligación del próximo gobierno sea atender las razones del descontento que hizo posible la elección de Petro. Los jóvenes votaron por un cambio: ese cambio no llegó, pero el mandato sigue vigente. He hablado con muchos de ellos, en todo el país. Quieren oportunidades para estudiar y trabajar. Quieren alas para volar, en vez de ser usados por los políticos.
Colombia ha aguantado tres años de ineficiencia y mediocridad, pero no resiste cuatro años más. Llegó la hora de la acción: hay demasiado en juego. Un país desordenado no puede avanzar.
¿Por qué limitarnos a sobrevivir si tenemos un potencial tan grande? ¿Por qué aceptar la mediocridad? ¿Por qué dejarnos gobernar a punta de cuentos? No podemos prosperar en medio de tanta incertidumbre.
No se trata de reinventar el país o de comenzar de ceros. Colombia tiene todo para avanzar, pero el ruido nos tiene desorientados y estancados. Por eso necesita un nuevo rumbo.
Quiero ser el líder que trace esa nueva ruta para Colombia, que nos una alrededor de grandes propósitos, que hable con la verdad y se rodee de personas preparadas y competentes.
Estoy decidido a apoyar al sector privado y la libertad. A liderar un gobierno que empodere a la Fuerza Pública para recuperar la seguridad. Un gobierno que no ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.
Pero, sobre todo, a ser un presidente que se desvele para solucionar los problemas de los colombianos más pobres –un líder que haya enfrentado problemas difíciles y haya demostrado el pulso necesario para resolverlos–.
Otra de las muchas tareas pendientes que deja este gobierno es la lucha contra la corrupción. Me propongo liderar el movimiento independiente Avanza Colombia para impulsar una agenda reformista en la manera como se ejerce la política en nuestro país. Todo proyecto con recursos públicos debe contar con la trazabilidad que permita establecer quiénes intervinieron en su aprobación y ejecución, y completa visibilidad de cara a la ciudadanía.
¿Por dónde empezamos? Primero tenemos que activarnos para ganar las elecciones. Solo así lograremos cambiar la manera en que hoy se gobierna. Vamos a hacerlo sin improvisación, con planeación y rindiendo cuentas. Y vamos a hacerlo con los mejores talentos.
Es el momento de unirnos. De lo contrario, el país va a seguir caminando hacia el abismo.
Con el inicio de mi campaña hacia la Presidencia, y atendiendo las reglas de juego de los medios donde escribo, esta es mi última columna en este espacio.
Nos vemos en las calles de toda Colombia. Conversemos, construyamos juntos nuevos sueños y sumemos fuerzas para sacar adelante el país en torno a lo que nos une. Vamos a derrotar al pesimismo y el atraso.
Colombia merece un gobierno que no le mienta. Merece volver a soñar. Y esta vez, vamos a hacerlo realidad. Por ello les quiero pedir de manera sincera a los colombianos su apoyo con su firma para que este proyecto sea exitoso. Todo es por este país, que necesita con urgencia enderezar el rumbo.
Colombia está a la deriva. Eso lo sabemos todos, incluyendo a quienes creyeron en la promesa de un cambio que nunca llegó. El país necesita un nuevo liderazgo que establezca prioridades y propósitos comunes. Un liderazgo firme en sus metas, pero abierto al diálogo para construir las mejores fórmulas.
El país está pagando muy cara la improvisación y la charlatanería. Gobernar se ha convertido en el arte de buscar culpables en lugar de resolver problemas. Eso lo tenemos que cambiar. Lo que importa es la capacidad y no la ideología. La experiencia y el conocimiento deben pesar más que los dogmas del gobernante. Más que izquierda o derecha, el país quiere un gobierno en el que pueda confiar.
Pero quizás la mayor obligación del próximo gobierno sea atender las razones del descontento que hizo posible la elección de Petro. Los jóvenes votaron por un cambio: ese cambio no llegó, pero el mandato sigue vigente. He hablado con muchos de ellos, en todo el país. Quieren oportunidades para estudiar y trabajar. Quieren alas para volar, en vez de ser usados por los políticos.
Colombia ha aguantado tres años de ineficiencia y mediocridad, pero no resiste cuatro años más. Llegó la hora de la acción: hay demasiado en juego. Un país desordenado no puede avanzar.
¿Por qué limitarnos a sobrevivir si tenemos un potencial tan grande? ¿Por qué aceptar la mediocridad? ¿Por qué dejarnos gobernar a punta de cuentos? No podemos prosperar en medio de tanta incertidumbre.
No se trata de reinventar el país o de comenzar de ceros. Colombia tiene todo para avanzar, pero el ruido nos tiene desorientados y estancados. Por eso necesita un nuevo rumbo.
Quiero ser el líder que trace esa nueva ruta para Colombia, que nos una alrededor de grandes propósitos, que hable con la verdad y se rodee de personas preparadas y competentes.
Estoy decidido a apoyar al sector privado y la libertad. A liderar un gobierno que empodere a la Fuerza Pública para recuperar la seguridad. Un gobierno que no ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.
Pero, sobre todo, a ser un presidente que se desvele para solucionar los problemas de los colombianos más pobres –un líder que haya enfrentado problemas difíciles y haya demostrado el pulso necesario para resolverlos–.
Otra de las muchas tareas pendientes que deja este gobierno es la lucha contra la corrupción. Me propongo liderar el movimiento independiente Avanza Colombia para impulsar una agenda reformista en la manera como se ejerce la política en nuestro país. Todo proyecto con recursos públicos debe contar con la trazabilidad que permita establecer quiénes intervinieron en su aprobación y ejecución, y completa visibilidad de cara a la ciudadanía.
¿Por dónde empezamos? Primero tenemos que activarnos para ganar las elecciones. Solo así lograremos cambiar la manera en que hoy se gobierna. Vamos a hacerlo sin improvisación, con planeación y rindiendo cuentas. Y vamos a hacerlo con los mejores talentos.
Es el momento de unirnos. De lo contrario, el país va a seguir caminando hacia el abismo.
Con el inicio de mi campaña hacia la Presidencia, y atendiendo las reglas de juego de los medios donde escribo, esta es mi última columna en este espacio.
Nos vemos en las calles de toda Colombia. Conversemos, construyamos juntos nuevos sueños y sumemos fuerzas para sacar adelante el país en torno a lo que nos une. Vamos a derrotar al pesimismo y el atraso.
Colombia merece un gobierno que no le mienta. Merece volver a soñar. Y esta vez, vamos a hacerlo realidad. Por ello les quiero pedir de manera sincera a los colombianos su apoyo con su firma para que este proyecto sea exitoso. Todo es por este país, que necesita con urgencia enderezar el rumbo.
Colombia está a la deriva. Eso lo sabemos todos, incluyendo a quienes creyeron en la promesa de un cambio que nunca llegó. El país necesita un nuevo liderazgo que establezca prioridades y propósitos comunes. Un liderazgo firme en sus metas, pero abierto al diálogo para construir las mejores fórmulas.
El país está pagando muy cara la improvisación y la charlatanería. Gobernar se ha convertido en el arte de buscar culpables en lugar de resolver problemas. Eso lo tenemos que cambiar. Lo que importa es la capacidad y no la ideología. La experiencia y el conocimiento deben pesar más que los dogmas del gobernante. Más que izquierda o derecha, el país quiere un gobierno en el que pueda confiar.
Pero quizás la mayor obligación del próximo gobierno sea atender las razones del descontento que hizo posible la elección de Petro. Los jóvenes votaron por un cambio: ese cambio no llegó, pero el mandato sigue vigente. He hablado con muchos de ellos, en todo el país. Quieren oportunidades para estudiar y trabajar. Quieren alas para volar, en vez de ser usados por los políticos.
Colombia ha aguantado tres años de ineficiencia y mediocridad, pero no resiste cuatro años más. Llegó la hora de la acción: hay demasiado en juego. Un país desordenado no puede avanzar.
¿Por qué limitarnos a sobrevivir si tenemos un potencial tan grande? ¿Por qué aceptar la mediocridad? ¿Por qué dejarnos gobernar a punta de cuentos? No podemos prosperar en medio de tanta incertidumbre.
No se trata de reinventar el país o de comenzar de ceros. Colombia tiene todo para avanzar, pero el ruido nos tiene desorientados y estancados. Por eso necesita un nuevo rumbo.
Quiero ser el líder que trace esa nueva ruta para Colombia, que nos una alrededor de grandes propósitos, que hable con la verdad y se rodee de personas preparadas y competentes.
Estoy decidido a apoyar al sector privado y la libertad. A liderar un gobierno que empodere a la Fuerza Pública para recuperar la seguridad. Un gobierno que no ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.
Pero, sobre todo, a ser un presidente que se desvele para solucionar los problemas de los colombianos más pobres –un líder que haya enfrentado problemas difíciles y haya demostrado el pulso necesario para resolverlos–.
Otra de las muchas tareas pendientes que deja este gobierno es la lucha contra la corrupción. Me propongo liderar el movimiento independiente Avanza Colombia para impulsar una agenda reformista en la manera como se ejerce la política en nuestro país. Todo proyecto con recursos públicos debe contar con la trazabilidad que permita establecer quiénes intervinieron en su aprobación y ejecución, y completa visibilidad de cara a la ciudadanía.
¿Por dónde empezamos? Primero tenemos que activarnos para ganar las elecciones. Solo así lograremos cambiar la manera en que hoy se gobierna. Vamos a hacerlo sin improvisación, con planeación y rindiendo cuentas. Y vamos a hacerlo con los mejores talentos.
Es el momento de unirnos. De lo contrario, el país va a seguir caminando hacia el abismo.
Con el inicio de mi campaña hacia la Presidencia, y atendiendo las reglas de juego de los medios donde escribo, esta es mi última columna en este espacio.
Nos vemos en las calles de toda Colombia. Conversemos, construyamos juntos nuevos sueños y sumemos fuerzas para sacar adelante el país en torno a lo que nos une. Vamos a derrotar al pesimismo y el atraso.
Colombia merece un gobierno que no le mienta. Merece volver a soñar. Y esta vez, vamos a hacerlo realidad. Por ello les quiero pedir de manera sincera a los colombianos su apoyo con su firma para que este proyecto sea exitoso. Todo es por este país, que necesita con urgencia enderezar el rumbo.
Colombia está a la deriva. Eso lo sabemos todos, incluyendo a quienes creyeron en la promesa de un cambio que nunca llegó. El país necesita un nuevo liderazgo que establezca prioridades y propósitos comunes. Un liderazgo firme en sus metas, pero abierto al diálogo para construir las mejores fórmulas.
El país está pagando muy cara la improvisación y la charlatanería. Gobernar se ha convertido en el arte de buscar culpables en lugar de resolver problemas. Eso lo tenemos que cambiar. Lo que importa es la capacidad y no la ideología. La experiencia y el conocimiento deben pesar más que los dogmas del gobernante. Más que izquierda o derecha, el país quiere un gobierno en el que pueda confiar.
Pero quizás la mayor obligación del próximo gobierno sea atender las razones del descontento que hizo posible la elección de Petro. Los jóvenes votaron por un cambio: ese cambio no llegó, pero el mandato sigue vigente. He hablado con muchos de ellos, en todo el país. Quieren oportunidades para estudiar y trabajar. Quieren alas para volar, en vez de ser usados por los políticos.
Colombia ha aguantado tres años de ineficiencia y mediocridad, pero no resiste cuatro años más. Llegó la hora de la acción: hay demasiado en juego. Un país desordenado no puede avanzar.
¿Por qué limitarnos a sobrevivir si tenemos un potencial tan grande? ¿Por qué aceptar la mediocridad? ¿Por qué dejarnos gobernar a punta de cuentos? No podemos prosperar en medio de tanta incertidumbre.
No se trata de reinventar el país o de comenzar de ceros. Colombia tiene todo para avanzar, pero el ruido nos tiene desorientados y estancados. Por eso necesita un nuevo rumbo.
Quiero ser el líder que trace esa nueva ruta para Colombia, que nos una alrededor de grandes propósitos, que hable con la verdad y se rodee de personas preparadas y competentes.
Estoy decidido a apoyar al sector privado y la libertad. A liderar un gobierno que empodere a la Fuerza Pública para recuperar la seguridad. Un gobierno que no ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.
Pero, sobre todo, a ser un presidente que se desvele para solucionar los problemas de los colombianos más pobres –un líder que haya enfrentado problemas difíciles y haya demostrado el pulso necesario para resolverlos–.
Otra de las muchas tareas pendientes que deja este gobierno es la lucha contra la corrupción. Me propongo liderar el movimiento independiente Avanza Colombia para impulsar una agenda reformista en la manera como se ejerce la política en nuestro país. Todo proyecto con recursos públicos debe contar con la trazabilidad que permita establecer quiénes intervinieron en su aprobación y ejecución, y completa visibilidad de cara a la ciudadanía.
¿Por dónde empezamos? Primero tenemos que activarnos para ganar las elecciones. Solo así lograremos cambiar la manera en que hoy se gobierna. Vamos a hacerlo sin improvisación, con planeación y rindiendo cuentas. Y vamos a hacerlo con los mejores talentos.
Es el momento de unirnos. De lo contrario, el país va a seguir caminando hacia el abismo.
Con el inicio de mi campaña hacia la Presidencia, y atendiendo las reglas de juego de los medios donde escribo, esta es mi última columna en este espacio.
Nos vemos en las calles de toda Colombia. Conversemos, construyamos juntos nuevos sueños y sumemos fuerzas para sacar adelante el país en torno a lo que nos une. Vamos a derrotar al pesimismo y el atraso.
Colombia merece un gobierno que no le mienta. Merece volver a soñar. Y esta vez, vamos a hacerlo realidad. Por ello les quiero pedir de manera sincera a los colombianos su apoyo con su firma para que este proyecto sea exitoso. Todo es por este país, que necesita con urgencia enderezar el rumbo.
Colombia está a la deriva. Eso lo sabemos todos, incluyendo a quienes creyeron en la promesa de un cambio que nunca llegó. El país necesita un nuevo liderazgo que establezca prioridades y propósitos comunes. Un liderazgo firme en sus metas, pero abierto al diálogo para construir las mejores fórmulas.
El país está pagando muy cara la improvisación y la charlatanería. Gobernar se ha convertido en el arte de buscar culpables en lugar de resolver problemas. Eso lo tenemos que cambiar. Lo que importa es la capacidad y no la ideología. La experiencia y el conocimiento deben pesar más que los dogmas del gobernante. Más que izquierda o derecha, el país quiere un gobierno en el que pueda confiar.
Pero quizás la mayor obligación del próximo gobierno sea atender las razones del descontento que hizo posible la elección de Petro. Los jóvenes votaron por un cambio: ese cambio no llegó, pero el mandato sigue vigente. He hablado con muchos de ellos, en todo el país. Quieren oportunidades para estudiar y trabajar. Quieren alas para volar, en vez de ser usados por los políticos.
Colombia ha aguantado tres años de ineficiencia y mediocridad, pero no resiste cuatro años más. Llegó la hora de la acción: hay demasiado en juego. Un país desordenado no puede avanzar.
¿Por qué limitarnos a sobrevivir si tenemos un potencial tan grande? ¿Por qué aceptar la mediocridad? ¿Por qué dejarnos gobernar a punta de cuentos? No podemos prosperar en medio de tanta incertidumbre.
No se trata de reinventar el país o de comenzar de ceros. Colombia tiene todo para avanzar, pero el ruido nos tiene desorientados y estancados. Por eso necesita un nuevo rumbo.
Quiero ser el líder que trace esa nueva ruta para Colombia, que nos una alrededor de grandes propósitos, que hable con la verdad y se rodee de personas preparadas y competentes.
Estoy decidido a apoyar al sector privado y la libertad. A liderar un gobierno que empodere a la Fuerza Pública para recuperar la seguridad. Un gobierno que no ponga en riesgo la estabilidad macroeconómica del país.
Pero, sobre todo, a ser un presidente que se desvele para solucionar los problemas de los colombianos más pobres –un líder que haya enfrentado problemas difíciles y haya demostrado el pulso necesario para resolverlos–.
Otra de las muchas tareas pendientes que deja este gobierno es la lucha contra la corrupción. Me propongo liderar el movimiento independiente Avanza Colombia para impulsar una agenda reformista en la manera como se ejerce la política en nuestro país. Todo proyecto con recursos públicos debe contar con la trazabilidad que permita establecer quiénes intervinieron en su aprobación y ejecución, y completa visibilidad de cara a la ciudadanía.
¿Por dónde empezamos? Primero tenemos que activarnos para ganar las elecciones. Solo así lograremos cambiar la manera en que hoy se gobierna. Vamos a hacerlo sin improvisación, con planeación y rindiendo cuentas. Y vamos a hacerlo con los mejores talentos.
Es el momento de unirnos. De lo contrario, el país va a seguir caminando hacia el abismo.
Con el inicio de mi campaña hacia la Presidencia, y atendiendo las reglas de juego de los medios donde escribo, esta es mi última columna en este espacio.
Nos vemos en las calles de toda Colombia. Conversemos, construyamos juntos nuevos sueños y sumemos fuerzas para sacar adelante el país en torno a lo que nos une. Vamos a derrotar al pesimismo y el atraso.
Colombia merece un gobierno que no le mienta. Merece volver a soñar. Y esta vez, vamos a hacerlo realidad. Por ello les quiero pedir de manera sincera a los colombianos su apoyo con su firma para que este proyecto sea exitoso. Todo es por este país, que necesita con urgencia enderezar el rumbo.
@MauricioCard