Las dos aterradoras opciones que tienen en estos momentos los palestinos asentados en ese vórtice de la guerra que es la Franja de Gaza son perecer por el hambre o caer bajo las balas disparadas desde drones, helicópteros, etc., que los atacan sin contemplación en los sitios dispuestos para la asistencia humanitaria que les brinda el mundo solidario.

El escenario es verdaderamente inhumano. Esta zona que ha quedado en medio de los enfrentamientos lleva más de diez semanas sin que organismos mundiales como la ONU puedan ingresar suministros básicos para la vida y sus habitantes están a merced de que puedan ser considerados o no objetivos militares de las fuerzas israelíes que custodian los centros de distribución que están en funcionamiento. Son dos millones de personas las que se encuentran en alto riesgo de morir de inanición pues, como lo ha dicho Naciones Unidas, están siendo privadas deliberadamente por Israel del acceso a los alimentos.

Así mismo, citando un reporte de las autoridades sanitarias gazatíes, la ONU da cuenta de que entre el primero y el 2 de junio fueron asesinadas 34 personas que buscaban comida y 27 adicionales el 3 de junio, aparte de la larga lista de heridos que dejaron estas masacres.

Tales hechos han sido considerados crímenes de guerra y graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario. “Sigo pidiendo un alto al fuego inmediato, permanente y sostenible. Todos los rehenes deben ser liberados sin condicionamientos. Esta es la única vía para garantizar la seguridad de todos. No existe una solución militar al conflicto”, dijo el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres. Además, deben cesar todos los ataques a la población civil.

La historia de la humanidad ha demostrado que las diferencias no se solucionan a través de los enfrentamientos bélicos. Todo lo contrario, sus consecuencias resultan devastadoras; en lugar de soluciones, producen muerte y desolación, acaban con poblaciones enteras y las sume en el atraso en su desarrollo social y económico. El uso de la violencia como medio para dirimir conflictos prolonga de cadenas de sufrimiento y cultiva odios generacionales, cuya consecuencia directa es la continuidad de esa misma violencia: equivale a agregarle gasolina a una fogata. Por ello, es imperativo que la comunidad internacional exija el cese al fuego en Gaza y los afectados sean atendidos de inmediato.

La guerra solo se termina construyendo confianza y espacios de convivencia pacífica que den apertura al bien más preciado de la humanidad que es la paz.