En estos días he estado leyendo en voz alta mi libro Romperme fue sólo un comienzo. Estoy grabando el audiolibro. Me gusta leer en voz alta porque eso me recuerda los momentos en que le leía textos a mi abuela en las noches frescas de mi infancia en Santa Marta.

Esta ha sido una oportunidad para escuchar lo que escribí y reafirmarme en unas ideas que considero pertinentes para todo lo que estamos viviendo hoy. Cuando nos amenazan fanatismos simplistas que se imponen manipulando las emociones, cuando la inteligencia artificial, con sus extraordinarias creaciones, cuestiona todo lo que somos y hacemos, cuando la violencia se erige como respuesta de quienes, asustados ante la diferencia, buscan protegerse, cuando cada vez hacemos más por destruir el planeta… necesitamos elegir vivir desde la esperanza y no desde el miedo.

En el libro explico por qué. El miedo alimenta la falsa creencia de que podemos preverlo y controlarlo todo, y con eso le quita su poder dador de sentido a la incertidumbre. El miedo nos separa porque nos hace desconfiar de los demás y terminamos aislados. El miedo nos vuelve reactivos: nos enfoca más en evitar riesgos que en construir. En cambio, la esperanza nos reconecta con lo que deseamos y no con lo que tememos. Nos lanza hacia el otro como posibilidad de sumar habilidades y abrir caminos. Le da sentido al esfuerzo diario de responder a los desafíos y adaptarnos a nuevas realidades.

Es momento de alimentar la esperanza, no como una resignación pasiva que espera que lo bueno llegue, sino como el dinamismo que nos empuja a dar lo mejor de nosotros, a asumir las batallas de la vida con optimismo y a construir con otros las mejores respuestas posibles. Si nos dejamos arrastrar por el miedo, lo vamos a perder todo. Podríamos terminar viviendo una de esas realidades distópicas que algunos autores describen como futuros posibles.

Quisiera que tú, que me estás leyendo, recuperes esa visión de vida que te anima; que busques en tu interior las fuerzas que siempre te han impulsado; que reconozcas a las personas que están ahí, dispuestas a colaborar en la construcción de mejores realidades; que renueves tus motivaciones para dar lo mejor de ti en cada situación.

No te aseguro que todo saldrá como quieres, ni que ganarás todas las batallas, ni que encontrarás las riquezas que deseas. Pero sí que sentirás la paz de hacer lo que nace de tu interior, con la firmeza de quien quiere ser feliz. No nos dejemos arrebatar el sueño de un mejor país, de una mejor ciudad, de una mejor familia. Ni abdiquemos de las batallas que nos definen.

@Plinero