Concluyó el jueves pasado la primera edición de Perrenque Creativo, el primer congreso de marketing y comunicaciones del Caribe, y como director del evento, no quiero dejar pasar esta oportunidad sin compartir una reflexión que me ronda desde hace años, pero que en Perrenque se ayudó a aterrizar.

En esta industria, y quizás en la vida, he aprendido que existen al menos dos tipos de personas. Permítanme clasificarlas así: los soñadores y los hacedores.

Los soñadores son encantadores. Inspiran. Siempre tienen una idea para un mundo mejor. Hablan bonito, dicen lo que muchos queremos oír, y nos hacen sentir que todo es posible. Están en la universidad, en conferencias, en redes sociales. Algunos se especializan en generar contenido que se comparte millones de veces.

Cuando era estudiante, me ayudaron a imaginar futuros posibles. Les debo inspiración.

Pero cuando me lancé al mundo laboral, cuando la realidad me exigió no solo pensar sino actuar, descubrí una verdad incómoda: muchos de esos soñadores son expertos en hablar… pero no en hacer. Son unos auténticos “vende humo”. Tienen ideas ajenas, discursos pulidos, promesas que no pasan del PowerPoint.

Y entonces entendí que la creatividad no se mide por la cantidad de ideas que uno tiene, sino por la capacidad de hacerlas realidad. No basta con tener iniciativa; hay que tener acabativa. Sí, tal vez el término no exista formalmente, pero define bien lo que quiero decir.

Por eso hoy admiro más a los hacedores. Gente que sueña, claro, pero que también ejecuta. Que sabe ponerle patas a una idea para que camine. Que sabe volar con su imaginación, pero mejor aún, saben aterrizarla en un proyecto real. Que no se queda en el qué, sino que encuentra el cómo. Son los pilotos de la transformación.

Perrenque Creativo nació con esa convicción. No solo quisimos tener la idea, quisimos hacerla realidad. Y lo logramos. Porque los invitados, los panelistas, los asistentes, todos compartimos esa energía: no la del discurso vacío, sino la del esfuerzo concreto.

La invitación es a que valoremos más a los hacedores, los que tienen acabativas. Los que tienen la valentía de incomodarse y romper el esquema. Los que se atreven a pasar del romanticismo de la idea, al caos de la ejecución. Soñar es importante, pero hacer es urgente.

Agradezco enormemente a mis hacedores. Mi gran equipo de trabajo en Agencia Pópuli. Y a Duberney Castaño, socio en esta aventura y su gran equipo de perrencúos de Lights Now.

Sigamos la conversación. Y nos vemos en Perrenque Creativo 2026.