Gracias a los modernos medios de comunicación el mundo actual presenció asombrado el impresionante espectáculo de la elección del nuevo Pontífice, cabeza del Cristianismo, su posesión según los rituales históricos, sus primeras actuaciones y manifestaciones, todo esto dentro de unas trascendentales ceremonias a las cuales más de veinte jefes de gobierno de diversos países rindieron tributo de admiración. Fue realmente desde el fallecimiento lamentable de Francisco el argentino antiguo Pontífice que se destacó por su inteligente humildad, uno de los acontecimientos trascendentales más exitosos que haya vivido el mundo moderno.

Pero además confirma que la hermosa doctrina Católica se afirma como una de las religiones más vitales del mundo, no solamente por su inmortal doctrina, su representación de Jesús de Nazareth, sino porque con sus dogmas, estructura, conformación y ejercicio de multitudes, ha demostrado que es la más avanzada en la atención de las necesidades humanas, en la búsqueda de la paz mundial, en perseguir la humildad de los seres de este mundo rodeados del amor que es el símbolo máximo con el cual corona su vigencia histórica. Más de doscientos cincuenta mil personas asistieron a su primera misa. El espectáculo fue soberbio. El Cristianismo demostró que tiene tanta fuerza, tanto vigor, tanta sabiduría entrelazada a la bondad humana, que coloca como Religión una cima de hermosas responsabilidades para el manejo del mundo, sus habitantes, sus vidas, sus necesidades.

Dentro de este cuerpo de dirección que se llaman los Cardenales quienes eligen al Pontífice, hay por supuesto todas las tendencias ideológicas. Llamadas en ese vulgar eufemismo que aún subsiste los que son de derecha o de izquierda significando que están más a la vanguardia de la evolución de las costumbres e ideas y los que prefieren la defensa de la vieja tradición dogmática que ha marcado los siglos y el camino de los cristianos. Es lo lógico. Las ideologías avanzan, también los modernos conceptos que marchan paralelos a las tecnologías y nuevas ideas. Magnífico. Mientras más conjunción de opiniones e ideologías dentro de la Iglesia de Cristo, más riqueza espiritual y más llegada a los nuevos mundos y generaciones que viven dentro de distintos horizontes.

Estamos deslumbrados, asombrados y felices viendo el reforzamiento de la religión Católica. Llega a estructurarla aún más un nuevo Pontífice moderno en su concepción de vida pero afinado en los Evangelios como ya lo demostró en su primera homilía. Todo ello contribuye hoy a que nuestra religión sea más contundente, bella, intensamente humana, fascinantemente cautivadora.