Después de mucho tiempo volví a oír la palabra ‘camaján’… MGF, B/quilla
‘Camaján’ es un colombianismo (también figura como cubanismo) que está cayendo en desuso. En Barranquilla, hace unas cuantas décadas, con el término se describía a un individuo que, con frecuencia, calzaba, sin medias, mocasines blancos tubulares de suela delgada; por fuera de un singular pantalón vestía camisas floreadas o llamativas, con uno o dos botones superiores sueltos; raras veces era engreído o agresivo; siempre le brotaba una sonrisa y cierta simpatía; empleaba un lenguaje jergal; gesticulaba o movía sus brazos al caminar, y, buen bailarín de música caribeña, lo hacía suelto y con elasticidad. Por su manera de andar o, sobre todo, de hablar se asociaba con ‘burros’ o consumidores de marihuana.
¿Por qué solo la verdadera obra de arte produce lo que expertos y profanos llaman “emoción estética”? Picassiano Criollo, B/quilla
Porque la verdadera obra de arte tiene la facultad de sugerir. A la salida de una película wéstern o de vaqueros o del viejo Oeste, los espectadores, preguntados por el argumento, todos dirán prácticamente lo mismo sobre lo que creen que aconteció en el filme. Pero si ese mismo público acude a ver una obra inmortal, digamos, Ocho y medio, de Fellini, las opiniones sobre el asunto de la película variarán, al punto de que cada espectador tendrá una idea distinta de las ideas que tienen los otros. Eso se debe, como ya vimos, a la capacidad del arte para sugerir y, por lo tanto, para hacer de cada espectador un coautor de la obra. En cambio, la película wéstern ofrece una visión decididamente plana y todos los espectadores perciben las mismas ideas, con un enfoque muy alejado de los contenidos sugestivos que asoman en una obra maestra como Ocho y medio.
Nota: Me escribe el lector Antonio Arrieta: “Úrsula Iguarán es la verdadera Lisístrata de Cien años de soledad. Es la única que [le] da una cachetada al dictador Arcadio y después de muerta sigue viviendo”. En realidad, Úrsula no da ninguna cachetada a su bisnieto, que en ese momento de la novela oficiaba de dictador siniestro y criminal, sino que, increpándolo con extrema dureza, lo azota sin clemencia con un látigo de cuero cuando aquel se disponía a fusilar a don Apolinar Moscote. En cuanto a Lisístrata, es personaje de una comedia de Aristófanes, que convoca a las mujeres atenienses a una huelga sexual para lograr que los hombres pusieran fin a la guerra que asolaba la ciudad. En lo único en que quizá se parezcan Úrsula y Lisístrata es en sus caracteres recios e intrépidos.