Los accidentes de tránsito ocupan un sitio relevante en la mortalidad injustificada de personas de todas las edades y géneros.

Defender al peatón en la vía, significa asegurar su seguridad y respetar sus derechos como usuario de la vía pública. Esto involucra la responsabilidad del peatón de seguir las normas de tránsito y ser precavido, así como la responsabilidad de los conductores de respetar a los peatones, especialmente en cruces y pasos de peatones.

Así, como los conductores no respetan las normas de tránsito, el peatón desconoce e incumple las normas que podrían ayudarlo para su protección. Tampoco, los lugares para caminar cumplen totalmente con los requisitos para tener un desplazamiento seguro y placentero. Las responsabilidades se reparten entre los conductores, el peatón y las autoridades correspondientes, a quienes les corresponde organizar y colocar personal de orientación, y elementos como, cebras, vallas y otros para, de esta forma y a través, de un proceso educativo que debe iniciarse desde los hogares, escuelas, colegios e instituciones educativas llegue al entendimiento de que una actividad diaria como caminar o rodar en bicicletas, motos o automotores debe ser realizada con la mayor seriedad, respeto y cumplimiento de las normas y reglamentos, de tal forma que las calles o lugares de circulación sean siempre sitios agradables y no cementerios diarios de personas que desafortunadamente pierden la vida por el incumplimiento, el irrespeto o la falta de organizar lo que para todos se convierte en lugares permanentes de la vida diaria.

No hay duda que, todos tenemos culpa, en la alta accidentalidad por alteración de la circulación, dependiendo cuál de los papeles nos corresponda. Observamos que una ciudad se distingue de otra con la educación que tienen sus habitantes para circular, por el cumplimiento de las normas de urbanidad, por el apoyo a los mayores, niños y mujeres y mayormente a aquellos con diferentes quebrantos de salud.

A estos elementos, agregamos uno muy importante, como lo es la inseguridad, que crece a pesar de los gastos y programas de control, que, sin el apoyo de las mencionadas funciones de hogares, e instituciones nunca serán plenamente efectivos.

Necesitamos revisar cada uno de lo que nos corresponde para garantizar una circulación sana. Aprovechar los medios modernos educativos, para impregnar a los niños y jóvenes en crecimiento de una responsabilidad que, sin un gasto exagerado, dará rendimientos incalculables en el bienestar de todos.

Responsabilidad, orden, cumplimiento y buenas intenciones, a través de un proceso educativo permanente, con el liderazgo de las autoridades, se deben sumar intensamente a las nuevas tecnologías, para conseguir un logro que cada vez olvidamos más cuando salimos a las calles, perdiéndole el respeto a los demás, culminando en pérdida de vidas irreparables.

Sumémonos a las campañas de protección al peatón, al motociclista, a los bici usuarios, conductores y caminantes para, hacer de nuestra ciudad, un sitio respetable y atractivo para quienes nos visitan y los que habitamos un lugar de la tierra favorecido por múltiples recursos naturales, pero con una gran deficiencia en formación ciudadana.

@49villanueva