Con el fallecimiento de Rodolfo Segovia Salas pierde el país a uno de los investigadores más apasionados de la historiografía del Caribe Colombiano.
Desde mi etapa escolar escuché su nombre como un referente de la ciudad amurallada , a pesar que siempre le he escuchado decir a mi madre que de niño fue su vecino en el barrio el Prado en Barranquilla . Y que hasta montaban bicicleta juntos con Rodolfo Zambrano y Alfredo de la Espriella. Leí todos sus libros porque mi padre los tenía en un sitio especial en su biblioteca. de Puerto Colombia . Seguí sus intervenciones cuando fungió como ministro del alto gobierno , pero nunca lo había visto en persona. Digamos, que fui su admirador en la distancia.
Sin embargo, hace un par de años, tuve el placer de conocerlo cuando coincidimos como miembros del consejo nacional de patrimonio., que para ese entonces estaba bajo la dirección de Alberto Escobar.
Sus intervenciones , eran cátedras de historia y sabiduría. Por eso , a sabiendas que es imposible, buscaba sentarme a su lado para ver si se me pegaba algo de sus conocimientos , y de la grandeza como ser humano que le rendía tributo a la amistad dejando entrever una amabilidad propia de quienes espiritualmente ya han cruzado el umbral de la sabiduría.
Allí también fui testigo de la pasión que le despertaban los temas del Caribe , por los cuales siempre fue vehemente en su defensa.
De él , percibí un hombre coherente de sus principios , un intelectual con una formación humanista y un amigo inquebrantable de La Paz y la convivencia . Sus amigos , que no fueron pocos así lo corroboraran cuando Cartagena y el Caribe reconozca su grandeza.
Me duele su partida , porque intelectuales de la talla de Rodolfo, al parecer , están en extinción.
Paz en la tumba de un hombre que nos brindó su amistad como la sombra de un árbol frondoso. Nos deja un legado de enseñanzas; los árboles crecidos con rectitud a pesar de los vientos, se arrancan. Pero dejan desgarrada la tierra que los vio nacer.
IGNACIO CONSUEGRA B.