Compartir:

Muchos que leemos la Biblia repetimos de manera tonta “las 7 plagas de Egipto”, otros dicen que fueron 9, pero, en realidad si leemos con juicio y crítica sana encontramos que las advertencia al Faraón de Egipto en la época de Moisés, fueron 11, sí de 11, a saber:

1. las varas convertidas en culebras, 2. la sangre, 3. las ranas, 4. piojos, 5. moscas, 6. muerte del ganado, 7. úlceras, 8. granizo, 9. langosta, 10. tinieblas, y 11. muerte de primogénitos.

Si pudiéramos llegar a homologar las plagas que en aquella destruyeron a Egipto con las que hoy sacuden a Colombia se podría escalafonar de la siguiente manera: corrupción, pobreza, hambre, desempleo, contaminación, paramilitarismo, Bacrim, guerrilla, Terroristas, politiquería, desnutrición, narcotráfico, ola invernal.

La diferencia entre Egipto y Colombia es que el Faraón entendió tarde, pero entendió, que Dios era el que era, y que Moisés era su enviado así fuera gago, por lo cual siempre lo acompañaba su hermano Aarón. Aquí, por el contrario, solo existen altas preocupaciones por presentar iniciativas legislativas (leyes) para combatir las plagas según el grado de perturbación que hagan, o en su momento disminuir su impacto periodístico.

Sin ser fanático de la Biblia, ni del cristianismo, pienso que solo cuando tomemos en serio las oportunidades que nos ha dado Dios Todopoderoso, es cuando podemos sacar adelante este país, en donde unas ciudades han podido crecer como ciudad por la oportunidad de sus senadores y representantes, mientras que en otras regiones los gobernantes de turno no tienen la posibilidad de co-gestionar el desarrollo y especialmente el crecimiento socioeconómico de sus regiones o ciudades por no estar en la élite de la representación política.

Hoy, hasta el asesinato de universitarios se ha convertido en una situación de estrato socioeconómico, sin mirar antes en qué puesto se ubica el mandamiento de No matarás.

La división del Mar Rojo fue todo un milagro para salvar a los egipcios; el río Magdalena sigue siendo una amenaza para los que cerca de él viven, sin descontar las posibles consecuencias indirectas que pueda llegar a generar el cierre artesanal del Canal de Dique, pero que al momento de volver a causar estragos se deberá estudiar nuevos discurso de solución.

La historia de Moisés es de gran valía, que podría ayudar al gobernante de turno, que el nuevo Plan de Desarrollo Nacional, el cual con el respeto que se merecen los técnicos debe llevar una cartilla anexa de solución mediana a la verdadera descentralización administrativa, para que el maná se vea en todas las regiones colombianas, y el agua limpia brote de las piedra, etc. etc.

Un fuerte abrazo guajiro.

José Rafael Díaz Ojeda
Economista