Nació un 31 de octubre, cuando el calendario marca el Día de las Brujas, y el cielo le entregó el signo de Escorpión. Con semejante combinación, ya se predecía que llevaría consigo una naturaleza pasional, creativa y, sobre todo, capaz de levantarse de cada caída con una nueva idea entre las manos. Así es Diana Isabel Herrera Hoyos, una barranquillera que hizo de la reinvención su forma de emprender y vivir.
Su historia empieza en el barrio Ciudadela 20 de Julio, un sector popular del sur de la ciudad, donde aprendió a mirar la vida con gratitud. “Ahí nací y me crié. Tengo los recuerdos más lindos de esa época, porque ahí estaba mi infancia, mi gente, mis raíces”, dijo a EL HERALDO.
Dejó el barrio a los 16 años y, poco después, comenzó su vida universitaria. Su familia se mudó al centro, a El Rosario, donde vivió hasta cumplir los 20. “Me gradué y sentí que era hora de conocer el mundo, de buscar mi propio camino”.
Se tituló como Administradora de Empresas en la Universidad Autónoma del Caribe, aunque admite que su corazón iba por otro lado. “Siempre digo que soy una comunicadora social frustrada y también una diseñadora de modas frustrada, una diseñadora de interiores frustrada… todo eso me encanta. Pero en ese momento la Administración era la carrera del momento, y una a los 17 no tiene todo tan claro”.
Tras su graduación, Diana combinó dos mundos: el de la moda, como modelo, y el del emprendimiento familiar, ayudando a su madre en una academia de educación técnica. “Fue una etapa muy bonita, trabajábamos juntas, con amor. Pero cuando empezaron las obras del Transmetro frente al local, la gente comenzó a retirarse. Poco a poco la academia fue quedando vacía hasta que, en 2020, quebró. Fue muy duro, porque era un proyecto hecho con el corazón”.

Esa pérdida la empujó a replantearse su rumbo. Y como el escorpión que se reinventa, Diana decidió volar. Se mudó a Panamá, donde el destino le presentó al amor de su vida. “Allá conocí a mi esposo. Fue un nuevo comienzo, una nueva historia, llena de retos, pero también de mucha paz”.
Su segunda piel
Era agosto de 2021 cuando empezó a experimentar con fórmulas, texturas y aromas el nacimiento de un emprendimiento. “Yo no quería un aceite cualquiera, quería uno que tuviera resveratrol, protector solar, aceite de argán de buena calidad, no ese que te venden diluido. Probé y probé hasta que encontré la mezcla perfecta”.
El camino no fue fácil. Un impasse médico retrasó el proceso, y poco después llegó su embarazo. “Hubo momentos en que pensaba: ¿Cuándo voy a lograr esto? Pero al mismo tiempo sentía que tenía que seguir. Shedá iba creciendo conmigo, como mi hijo”.
Su instinto emprendedor la llevó hasta Colombiatex, una feria donde encontró el complemento perfecto para su idea. Las telas delicadas y seguras con las que soñaba fabricar su línea de shade wear, prendas de segunda piel diseñadas con costura láser para ofrecer suavidad, libertad y cero alergias. “Yo decía: quiero una tela que no se enrolle, que no apriete, que se sienta como si no llevaras nada. No es fácil conseguir eso, y menos con la calidad que yo buscaba. Pero ahí estaban, frente a mí. Supe que ese era el siguiente paso”.
Así nació Shedá, una marca que combina cuidado corporal y elegancia funcional, inspirada en la mujer real, la que trabaja, cuida, se reinventa y no renuncia a sentirse bella. “Shedá es para la mujer que ama su cuerpo, que quiere verse y oler bien, pero también sentirse cómoda, protegida y segura de sí misma”.

Y hoy, mientras su hijo celebra su segundo año, Diana Herrera celebra otro nacimiento: el de su línea exclusiva de aceites corporales. “Este sábado cumplo dos años de ser mamá, y también nace mi marca de aceites. Es como si las dos cosas crecieran juntas”.
Un ritual de amor propio
Aquella idea de que las mujeres deben ser perfectas, madres incansables, empresarias exitosas, amigas presentes y siempre impecables no es la que se relaciona con Diana Herrera, quien a través de su marca inspira todo un manifiesto de autoestima, autenticidad y bienestar femenino.
“Yo creo que cada vez hay más conciencia de ayudarse desde lo natural. La gente está operándose menos, buscando alternativas más reales, más nobles con el cuerpo. La piel es lo más grande que tenemos, lo que refleja todo. Si está reseca, si está maltratada, ahí se nota el ritmo de vida, el estrés, todo”.
Shedá nació de esa necesidad de hidratar sin ocultar, de cuidar sin cambiar, de recordarles a las mujeres que no hay belleza más poderosa que la que se cultiva desde la aceptación. “Cuando tú tienes la piel hidratada, te ves joven, te sientes viva. No necesitas de filtros ni de cirugías”.

Dejar atrás los estereotipos
Diana resalta el mensaje que da sentido a su emprendimiento. “Es la que tiene problemas, la que trabaja, la que se levanta temprano y, aun así, se toma un momento para cuidarse. No tiene que ser perfecta ni tener el cuerpo ideal. Nadie lo tiene. Pero sí puede sentirse divina”.
Esa filosofía es una respuesta a la presión de las redes sociales y a los estándares imposibles que se imponen sobre el cuerpo femenino. “Nos exigen demasiado. Que si acabas de tener un hijo, no puedes parecerlo; que tienes que ser empresaria, deportista, mamá perfecta y no nos queda tiempo para nosotras”.