El regreso de Ramón Vinyes a Barranquilla, aunque simbólico, se sintió como un reencuentro natural. Este jueves, La Cueva se llenó para el lanzamiento de En la boca de las nubes. Los cuentos completos de Ramón Vinyes, un volumen que reúne, por primera vez, todos los relatos escritos en catalán por el autor exiliado en Colombia, ahora traducidos al castellano por Ricard Vela.
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La edición, publicada con prólogos del poeta Joaquín Mattos Omar y del especialista Xavi C. Ribot, cuenta además con una fotografía de portada de Nereo López.
La gira del libro había pasado ya por Bogotá, Medellín y Cartagena, pero el cierre en Barranquilla no era casual. Vinyes marcó aquí, en la ciudad donde vivió largas temporadas y participó en las tertulias del mítico Grupo de Barranquilla, una huella definitiva en la vida cultural del Caribe. Gabriel García Márquez lo inmortalizó en Cien años de soledad como “el sabio catalán” y lo definió en sus memorias como “el viejo que había leído todos los libros”.
Unos cuentos “barranquilleros”
El poeta Joaquín Mattos Omar, uno de los prologuistas del libro, recordó que casi todos los relatos fueron escritos en esta ciudad durante la Segunda Guerra Mundial.
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“El profesor francés Jacques Gilard fue en Barranquilla en el lapso de tres años, entre comienzos de 1942 y finales de 1944, es decir, en plena Segunda Guerra Mundial, que Vinyes compuso todos sus cuentos, con excepción de dos”, explicó. Y añadió: “Yo lo que decía es que en realidad estos cuentos son casi en su totalidad barranquilleros, no tanto porque hayan sido compuestos en Barranquilla, que repito, fueron escritos aquí entre comienzos de 1942 y finales de 1944, ahí en el marco de la Plaza de San Nicolás, sino porque por lo menos hay unos nueve que están parcial o totalmente ambientados en una ciudad innominada que sin duda uno reconoce como Barranquilla”.
Mattos Omar leyó un pasaje de El profesor negro y la filosofía del yo para demostrarlo: “Tomo el fresco con unos amigos en un parque tropical lleno de luciérnagas y de aromas de acacias rojas. (…) Noche pesada, las ranas de un pequeño estanque del centro del parque lo llenan de burbujas con sus crujientes corax, corax. Calor, restos del fuego del día, brasa diluida en sombra, mosquitos que se arrojan en picada, incluso da pereza para conversar. Contamos estrellas y matamos mosquitos”.
El traductor: un catalán que se volvió barranquillero
Ricard Vela, encargado de la traducción al castellano, destacó que Vinyes nunca planeó convertirse en cuentista ni mucho menos en “barranquillero”. “Cuando empieza a escribir esos cuentos tiene más de 50 años, que había llegado a Colombia por primera vez en 1913. (…) Yo creo que no se imagina que va a estar tanto tiempo en Colombia, aunque fuera en diferentes etapas. Y mucho menos se imagina que en la década de los 40 escribirá cuentos”, relató.
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Para Vela, las vueltas de la historia —la Segunda República española, el golpe de Estado de 1939, la Segunda Guerra Mundial y el exilio— llevaron a Vinyes a fijar su pluma en el Caribe:
“Él siempre ha escrito en catalán, acaba de volver de una década de no estar en Colombia. Es más importante que nunca escribir en catalán como acto de resistencia frente a la dictadura. (…) Lo que sucede es que se encuentra que escribe sobre todo de cosas de lo más original que ha conocido en sus 30 años, y lo más original es casi todo tropical, casi todo caribe, casi todo barranquillero, casi todo americano”.
Vinyes (Berga, 1882 – Barcelona, 1952) no fue solo narrador. En Colombia abrió librerías, fundó la revista Voces en 1917, colaboró como periodista en El Mundo y en El Heraldo, y se convirtió en figura indispensable de las tertulias que nutrieron al Grupo de Barranquilla. Su literatura, escrita en catalán pero habitada por paisajes y personajes del Caribe, sigue siendo, como dijo el crítico Jacques Gilard, “la representación de un hombre que pertenece a dos mundos, dos idiomas, dos historias”.
El cierre de la gira en La Cueva, lugar cargado de memoria literaria y cultural, fue un gesto que unió pasado y presente. Con entrada libre, el público asistente pudo escuchar las voces de quienes han hecho posible esta edición definitiva. Y, sobre todo, reencontrarse con un autor cuya obra, escrita entre lenguas y orillas, sigue dialogando con Barranquilla como si nunca se hubiera marchado.