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Cuando Robert Francis Prevost entró al noviciado de los agustinos en 1977, pocos habrían imaginado que ese joven matemático de Chicago terminaría convertido en el sucesor de Pedro, elegido papa en un cónclave lleno de expectativas, debates y tensiones. Hoy, bajo el nombre de León XIV, el mundo católico mira hacia un hombre que ha pasado más tiempo misionando en las periferias que en los pasillos vaticanos, pero cuya historia personal parece tejida para este momento.

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Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, Prevost parecía destinado a una vida académica: se graduó como matemático en Villanova University y más tarde obtuvo un doctorado en Derecho Canónico en Roma, con una tesis especializada en el rol del prior local dentro de la Orden de San Agustín. Pero su vocación era otra. En 1985 llegó a Perú como misionero y allí comenzó la etapa más decisiva de su vida eclesial.

Un americano con alma latinoamericana

Su historia en Perú no fue de paso. Duró una década en Trujillo formando seminaristas, enseñando derecho canónico, sirviendo como párroco y siendo prefecto de estudios.

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“Fue una etapa profundamente formativa para mí. Perú me cambió para siempre”, dijo una vez. Lo marcó el contacto con comunidades pobres, alejadas y olvidadas, donde la Iglesia no es poder, sino refugio.

En 1999 regresó a su natal Chicago, pero pronto fue elegido prior general de los agustinos en Roma, cargo que ocupó durante dos mandatos hasta 2013. Y justo cuando parecía que su ciclo internacional terminaba, el papa Francisco lo mandó de vuelta a Perú como administrador apostólico de Chiclayo en 2014. Un año después lo nombró obispo de esa diócesis.

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Desde allí, Prevost se convirtió en una figura clave en la Conferencia Episcopal Peruana, especialmente entre 2018 y 2023, periodo en el que los obispos jugaron un papel crucial en medio de las turbulencias políticas del país. También fue administrador apostólico de Callao entre 2020 y 2021.

Escuchar, discernir, actuar

El 30 de septiembre de 2023, Francisco lo ordenó cardenal y meses antes lo había designado prefecto del Dicasterio para los Obispos, el organismo que, entre otras cosas, selecciona a los nuevos obispos del mundo. Una posición de poder inmensa, en la que sobresalió por su estilo reservado y sereno.

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Un obispo francés que se reunió con él poco después de su llegada a Roma lo describió así: “Hacía preguntas juiciosas y tenía una gran capacidad de síntesis. Me dejó una buena impresión”. Esa mezcla de humildad y firmeza fue lo que le ganó el respeto de muchos dentro y fuera de la curia.

“Un obispo no debe ser un pequeño príncipe sentado en su reino”, dijo en una entrevista, marcando distancia con ciertos estilos clericales. Está alineado con la visión de Francisco en temas como el cuidado del medio ambiente, la cercanía con los migrantes y la inclusión pastoral. Apoyó el acceso a la comunión de divorciados vueltos a casar, y aunque se mostró más reservado frente al tema LGBTQ+, expresó “un apoyo moderado” al polémico documento Fiducia Supplicans.

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El peso de la cruz

No todo ha sido fácil para León XIV. Dos polémicas lo han seguido como una sombra, ambas relacionadas con casos de abuso sexual. La primera, cuando era provincial de los agustinos en Chicago (1999-2001), por la presencia de un sacerdote abusador en una casa cercana a una escuela. Aunque Prevost no lo autorizó —el sacerdote ni siquiera era agustino— el hecho ocurrió antes de la Carta de Dallas, pero quedó como un punto gris en su historial.

Más reciente y más grave es el caso en Chiclayo, donde dos sacerdotes fueron acusados de abusar de tres niñas. Las denuncias salieron a la luz en abril de 2022 y algunos críticos han cuestionado la actuación de Prevost. Sin embargo, la diócesis ha defendido su proceder: “El cardenal atendió personalmente a las víctimas, abrió una investigación canónica y las animó a acudir a la justicia civil”. En julio de 2022, envió el caso al Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

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No obstante, en mayo de 2025 se supo que la diócesis habría pagado 150.000 dólares a las víctimas, lo que encendió nuevas críticas. Las jóvenes, descritas como “críticas públicas desde hace años” de Prevost, sostienen que el pago fue un intento de silenciarlas. El tema aún no se cierra.

Un papado con mirada universal

En medio de estos contrastes, su nombre comenzó a sonar como un posible “candidato de consenso” en el cónclave de 2025. No era ni el favorito, ni el más experimentado, pero su mezcla de experiencia misionera, formación intelectual y cercanía a la visión de Francisco lo posicionaron como una figura capaz de tender puentes. Aunque algunos lo veían como “demasiado joven” o recién llegado al colegio cardenalicio, su elección sorprendió pero no desentonó.

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Ahora como León XIV, hereda una Iglesia en movimiento, con desafíos estructurales y espirituales profundos. Tiene el respaldo de haber sido miembro de siete dicasterios y del Governatorato del Vaticano, reflejo de la confianza que Francisco depositó en él.