La cena de Fin de Año suele convertirse en una prueba de resistencia para el sistema digestivo. Platos copiosos, alcohol, horarios tardíos y un consumo mayor al habitual forman una combinación que, para muchos, termina en inflamación abdominal, acidez, gases o una digestión lenta que dificulta el descanso. Sin embargo, estos síntomas no son una consecuencia inevitable de la celebración.
La dietista-nutricionista Aina Candel, en un artículo publicado recientemente por el portal especializado en temas de salud, consalud.es, señala que la clave está en tomar decisiones más conscientes en la selección de alimentos y en la forma de prepararlos.
“Elegir ciertos alimentos y técnicas culinarias puede modular la inflamación, mejorar la tolerancia digestiva y reducir las molestias gastrointestinales”, precisa la experta.
¿Por qué la cena de Fin de Año suele sentar mal?
Durante la noche del 31 de diciembre se concentran varios factores que complican la digestión: comidas más grasas de lo habitual, cocciones densas, bebidas alcohólicas y un mayor volumen de ingesta. El organismo responde con lentitud, generando sensación de pesadez y malestar general.
Según la especialista, el problema no es la celebración en sí, sino la suma de elecciones poco favorables para el sistema digestivo, que pueden corregirse sin renunciar al disfrute. A continuación le presentamos las recomendaciones de alimentos y tips que da la experta para evitar un mal rato durante estas celebraciones de fin de año.
- Verduras amargas
Uno de los primeros ajustes recomendados es incluir verduras de sabor amargo como alcachofa, escarola, rúcula, endivia o diente de león. Estos alimentos estimulan la secreción de bilis y enzimas pancreáticas, facilitando la digestión de grasas y proteínas, muy presentes en la cena de Fin de Año.
“Estas verduras contienen principios amargos capaces de aumentar la secreción de bilis y de enzimas pancreáticas, que son esenciales para procesar grasas y proteínas tan habituales en estas fechas”.
Incorporarlas como entrante, en una ensalada ligera, o como guarnición templada con limón y aceite de oliva permite preparar al organismo para una comida más copiosa.
- Aceite de oliva y cocciones sencillas
El aceite de oliva virgen extra ocupa un lugar destacado en estas recomendaciones. Candel lo define como “un antiinflamatorio de referencia”, gracias a su contenido en polifenoles como el oleocanthal y el hidroxitirosol.
A esto se suma la importancia de las técnicas de cocción. Horno, vapor o plancha resultan opciones más digestivas que las frituras o guisos pesados, especialmente si se acompañan de ingredientes como limón, perejil o jengibre, conocidos por sus efectos digestivos.
- Pescado y marisco
En el plato principal, el pescado y el marisco se perfilan como alternativas especialmente digestivas frente a carnes más grasas. Su menor contenido en grasas saturadas y la facilidad con la que se degradan sus proteínas reducen el esfuerzo del sistema digestivo.
“Requieren menos ácido gástrico, contienen menos grasas saturadas y, además, aportan proteínas que se degradan con más facilidad”.
Además, los ácidos grasos omega-3 presentes en pescados azules aportan un efecto antiinflamatorio que contribuye a una mejor tolerancia digestiva, incluso en comidas abundantes.
- Hidratos de carbono que no generan fermentación excesiva
La elección de los acompañamientos también influye en cómo se tolera la cena de Fin de Año. Candel recomienda hidratos de carbono con baja fermentación intestinal y un índice glucémico moderado, como quinoa, arroz basmati o jazmín, patata cocida o calabaza asada.
Estas opciones producen menos gases y ayudan a evitar picos de glucosa que suelen provocar somnolencia antes de que llegue la medianoche.
- Un postre ligero para cerrar la noche
El postre, uno de los momentos más esperados, también puede adaptarse a una digestión más amable. Las frutas cocidas, como manzana o pera, aportan pectina, que regula el tránsito intestinal sin generar fermentación excesiva. La canela, además de aportar sabor, favorece el control glucémico.
Los frutos secos naturales, consumidos con moderación, pueden completar el final de la cena aportando saciedad y grasas insaturadas sin provocar pesadez.
¿Qué hacer si aparece la pesadez tras la cena?
Incluso después de una cena cuidada, puede aparecer sensación de malestar. En esos casos, la experta sugiere un recurso sencillo. “Un yogur natural o un kéfir pueden ayudar a equilibrar la microbiota, reducir gases y mejorar la digestión de las grasas ingeridas”.
“La hinchazón y el malestar digestivo tras la cena de Fin de Año no son inevitables: responden a una combinación concreta de alimentos y técnicas de cocción”. En este sentido, Candel insiste en que el objetivo no es restringirse, sino tomar decisiones más inteligentes.
“Mi recomendación es que no se trata de comer menos, sino de comer mejor. Con algunos ajustes inteligentes, puedes disfrutar del 31 sin renunciar al sabor, y despertarte el 1 con una digestión ligera y un sistema digestivo agradecido”.
Aun así, recuerde que una noche no define los hábitos de todo el año y que no hay lugar para la culpa si se opta por platos más indulgentes: el equilibrio se construye a largo plazo.





















