
En cada uno de los siete títulos alcanzados en su historial, Junior ha tenido características particulares, que le han servido para cada conquista. Por ejemplo en los campeonatos logrados en 1993 y 1995 el equipo se distinguió por tener la calidad técnica de jugadores como Pibe Valderrama, Alexis Mendoza, Víctor Pacheco y Oswaldo Makenzie, y la capacidad goleadora de Valenciano, Niche Guerrero y Montesinos.
Si nos remitimos al título del 2004, la juventud de jugadores de la cantera como Peñaloza, Arzuaga, Macnelly, los hermanos Alvear, Amaya, Fawcet, Pijo Acuña, Teófilo Gutiérrez y Rojano entre otros hicieron posible la conquista.
Igual en la conquista del 2010 Junior fue llevado de la mano del crack Geovany Hernández y el aporte de veteranos como Palacio, Cortés, el panameño Torres y el uruguayo Casanova.
En los títulos alcanzados en 1977 y 1980 imperó capacidad futbolística en jugadores como Alfredo Arango, los argentinos Verón Delménico, Solari y Vidal, el uruguayo Comesaña y la cuota criolla de Bolaño, Toto Rubio, Dulio Miranda, Gabriel Berdugo, Ariel valenciano, Fiorillo y Bonifacio entre otros. Pero sobre todo imperó la mística y el pundonor deportivo.
Y en el titulo recientemente logrado, sin duda que la calidad de Geovany, la gratísima revelación por nombre Vladimir y la seguridad brindada por el portero uruguayo Sebastián Viera se vieron reflejadas y apoyadas en la cuota de gol de Carlos Bacca.
Y cada uno de esos títulos ha estado cubierto por hechos especiales que hacen de cada conquista un enorme motivo de felicidad. En 1977 y 1980 las estrellas alcanzadas se lograron por anticipado en Bogotá ante Santafé y en Cali ante el Deportivo Cali; con victoria en la capital y empate en la Sultana del Valle. En el 95 aunque de visitante, se perdió pero el puntaje suficiente había sido asegurado de antemano.
En el 93 y en el 2010 el cierre victorioso se dio en nuestro Estadio Metropolitano Roberto Meléndez ante el América y la Equidad. Han sido los dos momentos gloriosos ante su propia hinchada, digna de enmarcar como el verdadero 'jugador No. 12'.
En el 2004 y este 2011 los títulos han sido conseguidos de manera casi heróica ante rivales que gozaron con el beneplácito de todos los sectores interioranos. En Medellín y Manizales, dos plazas supremamente complicadas el nuestro Junior se dio el lujo de dar vueltas olímpicas.
Lo curioso de todo esto es que en cada una de las conquistas, a excepción quizás del de 1977, ha sido necesario pasar por encima de toda la malquerencia cachaca. Desde el periodismo andino y cachaquilandio que para nada disimula sus preferencias, hasta la ya perenne e inocultable parcialidad de los árbitros amañados para perjudicar a toda costa al cuadro costeño.
Narradores y comentaristas de transmisiones radiales y televisivas no ocultan su entusiasmo y felicidad en los goles de los clubes rivales, mientras carcomen tristes las anotaciones junioristas.Tan cierto que, sin rigor periodístico se atreven a decir que no había fuera de lugar en jugadas en que los atacantes estuvieron a punto de conseguir goles ilícitos y ratifican que el árbitro y jueces de líneas acertaron en cada apreciación. Cómo si todo el país no estuviera viendo el partido y la parcialidad con que se maneja el encuentro.
Por todo ello, y porque en cada logro hay que luchar aún contra nuestros propios representantes en la dirigencia del fútbol, caso Ramón Jesurún, quien preside la Dimayor y es permisivo y sometido a designaciones de árbitros y jueces reconocidos 'enemigos' del Junior, cada victoria llena más a la hinchada barranquillera. Sí, contra todo eso hay que 'pelear'; no es solo el rival de turno, ni las agresiones de públicos en canchas interioranas, sino también las decisiones arbitrales que a toda costa procuran perjudicar al cuadro rojiblanco.
El Junior de este 2011 que acaba de coronarse por séptima vez, nos remonta en la memoria al Junior de 1977 y 1980 Con contadas estrellas, dos a lo sumo: Verón y Arango, en la primera; Babignton y Fiorillo en la segunda; en la de ahora con Geovany y Vladimir unidos con el mismo apellido y con la calidad técnica para desequilibrar. Y tanto los de aquellos tiempos como los de hoy, identificados eso sí por la enjundia, el pundonor y la mística ovalada que los animó para cada conquista.










