Con una camisa manga larga blanca en la que destaca el estampado de un código QR, que remite a su hoja de vida, el ex senador y exministro David Luna anda por estos días recorriendo las calles de Colombia con el objetivo de conocer de primera mano las necesidades del país.
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En medio de una visita a Barranquilla, el político bogotano, casado con una mujer costeña –la abogada barranquillera Laura García Caballero–, conversó con EL HERALDO sobre los retos del país, la necesidad de una nueva forma de hacer política y las propuestas que lo inspiran.
Usted ha dicho que está buscando empleo como presidente. ¿Cómo lo ha recibido la gente?
He recorrido casi todo el país, y en cada lugar las personas me hacen preguntas duras, pero legítimas: “¿Va a robar? ¿Va a respetar la justicia? ¿Cumplirá sus promesas?”. Por eso decidí llevar en el pecho un código QR: si estoy aspirando al cargo más importante del país, lo mínimo que puedo hacer es mostrar mi hoja de vida. Tengo 27 años de experiencia en lo público, sin una sola sanción o escándalo, y eso me da la autoridad para decir que estoy listo para gobernar.
Usted renunció al Congreso y al partido que lo eligió. ¿Por qué?
Porque estoy convencido de que Colombia necesita una renovación generacional. No se trata de destruir lo que hay, sino de mejorar lo que no funciona. Los que han gobernado durante 30, 40 o 50 años merecen gratitud, pero el país necesita ideas nuevas, liderazgo renovado y decisiones con sentido común. Yo quiero representar esa transición, ese relevo con experiencia.
En la calle, ¿qué le dicen los ciudadanos?
La gente está cansada de la izquierda y de la derecha, de la polarización y lo que quiere son soluciones. Y yo les contesto, tengo una hoja de vida a mis 50 años de 27 como servidor público, sin un solo escándalo de corrupción, sin una sola sanción y, lo más importante con experiencia, con ejecución. La política no es un teatro. Uno no trabaja para las cámaras o para los likes. Uno debe trabajar para resolver los problemas de la gente.
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¿Está abierto a alianzas?
Voy a inscribir un movimiento ciudadano que se llama “Sí hay un camino”. Salgo a recoger firmas en junio. No corro esta carrera con obsesión, sino con convicción. Hoy muchos dicen querer, pero no se atreven a mojarse los pies. Cuando estemos los que somos, seguramente habrá que pensar, por qué no, en una consulta en marzo. Pero no es unirse en contra de alguien, sino unirse a favor de quienes pensamos que con sentido común y sensatez podemos resolverles los problemas a los colombianos.
¿Cuál es su visión sobre la crítica situación de seguridad en Colombia?
La estrategia de paz total fracasó porque fue una narrativa sin planificación. Se firmaron ceses al fuego sin verificación ni garantías, y hoy los grupos ilegales ganan terreno. El ELN ya no es un grupo guerrillero: es una mafia. Lo mismo ocurre con las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo. Hay que capturarlos, judicializarlos y condenarlos. Además, hemos perdido control territorial en Arauca, Chocó, Cauca y el Catatumbo. La seguridad no es de derecha ni de izquierda: es un derecho ciudadano.
¿Cómo analiza el deterioro del sistema de salud?
Los problemas de la salud en Colombia no se resuelven con una ley. Se resuelven con tres factores: liderazgo, presupuesto y tecnología. Yo vengo del mundo de la tecnología. El cuento de la inteligencia artificial no es el futuro, es el presente. Y si usted le incluye tecnología al sistema de salud, va a poder predecir muchas de las enfermedades y evitar un alto costo en las mismas con tratamientos oportunos. El liderazgo se trata de saber que el sistema podía tener, en efecto, muchos problemas, pero podían ser resueltos sin destruirlo.
El Caribe sufre con tarifas de energía impagables. ¿Tiene una propuesta concreta?
Totalmente. Lo primero es que el presidente Petro cumpla su palabra y pague la deuda del Fondo de Estabilización, lo que bajaría un 15 % las tarifas. Segundo, aumentar el subsidio al mínimo vital en el Caribe por razones climáticas. Tercero, invertir en modernización de redes e infraestructura. Y cuarto, incentivar energías limpias con apoyo financiero, como se hace en vivienda. Los costeños no deberían escoger entre comer o tener electricidad.
¿Le preocupa el deterioro institucional y los ataques a la prensa y la justicia?
Mucho. Pero decidí no reaccionar a cada provocación del presidente. Lo importante es proponer. Hoy hay crisis energética, fiscal, de salud y de seguridad. Yo creo que la gente está cansada de tanta confrontación, de tanta polarización y lo que necesitamos es respuestas. La corrupción debe enfrentarse con tecnología: un algoritmo detecta el fraude sin ideologías. Además, hay que extinguirle el dominio completo a los corruptos. No solo lo robado, sino todo su patrimonio.
¿Qué piensa de la consulta popular?
Con $700 mil millones usted podría reducir otro 10 % de la tarifa de energía en el Caribe. En segundo lugar, la consulta popular, desde el punto de vista constitucional, no resuelve el problema, porque la consulta popular no permite modificar normas. Si el Gobierno verdaderamente quisiera cambiar normas laborales, convocaría un referendo. El Gobierno evidentemente quiere poner en riesgo las elecciones del 26. Llevo dos años diciéndolo. Y cuando lo dije la primera vez me tildaron de loco. Y hoy estamos viendo cómo ya el presidente piensa en vigencias futuras para financiar las elecciones, ya está orquestando argumentos, por qué no, de estados de excepción para ampliar periodos y eso nos debe preocupar.