Día de la Mujer | Menstruación, un proceso físico que persiste en el tiempo como tabú

Un 24 de diciembre a las 10 de la noche fue mi primera menstruación. Tenía 10 años y cuando fui al baño a orinar lloré del miedo. Estaba sangrando por la vagina. Esto, aunque me lo habían advertido meramente en el colegio cada vez que llegaba una marca de toallas higiénicas a hacer pedagogía menstrual, aún no me quedaba claro qué era lo que pasaba con mi cuerpo. Lloré, grité y le dije a mi mamá, entre lágrimas, que no quería 'dejar de ser una niña'.

Al otro lado del mundo estaba Laila*. Una niña musulmana de 12 años que también estaba pasando por su primera menstruación. Su sangre, de alguna manera, era del mismo color que la mía, pero a ella, durante esos días, no la dejaban orar. Ya no podía levantarse muy temprano en la madrugada a iniciar su rutina de cinco rezos diarios solo porque la sangre que salía por su vagina la hacía ver 'impura' para dirigirse a Alá.

'¿Por qué a mí?', me preguntaba mirando al techo. '¿Por qué tengo que pasar por esto?', me cuestionaba mientras ponía hielo sobre mi abdomen para controlar los cólicos. No entendía, a mis cortos 10 años, qué era lo que estaba pasando dentro de mí y mucho menos el propósito de tales dolores que me imposibilitaban de ir al colegio.

Pasaba el tiempo y aún quería respuestas a estas preguntas, pero no había nadie a quien preguntar. Mi madre no sabía nada sobre la menstruación excepto que era vergonzosa y que no debía hablar de ella en voz alta. Pregunté a mis amigas y todas hablaban con eufemismos. Y años después, cuando tuve el valor de ir al médico y hablar de mis períodos abundantes, me dijeron que comiera hígado.

Y entonces me pregunté, '¿por qué?':

Para la psicóloga argentina Eugenia Tarzibachi, la vergüenza sobre la menstruación es 'la correspondencia de un tabú social' que estuvo durante siglos y sigue estando presente en la actualidad. Entonces cada mes hay que menstruar, pero «shhh», hay que hacer como si no ocurriera lo que, consecuentemente, genera microgestos de vergüenza.

Por su parte, La ginecóloga canadiense Jen Gunter analiza que la aberración hacia la menstruación no proviene precisamente del miedo del ser humano a la sangre, como lo aseguró Sigmund Freud en su momento, porque de ser así en vez de estar aquí hablando sobre el tabú de la menstruación hablaríamos del tabú de las hemorragias.

Y tampoco se trata de la menstruación en sí porque entonces cuando las mujeres llegaran a la menopausia, deshaciéndose del sangrado 'tóxico y vergonzoso', serían elevadas incluso a un estatus social más alto. Cosa que tampoco ocurre.

Por ello, según coinciden los expertos, la razón parece descansar simplemente en una sociedad que se dedica a oprimir a las mujeres en diferentes momentos de nuestras vidas con diferentes cosas.

Y la menstruación, a diferencia de lo que se suele pensar, es un fenómeno bastante raro entre los mamíferos. Solo los humanos, algunos primates, algunos murciélagos, la musaraña elefante y el ratón espinoso menstrúan. Los demás mamíferos tienen algo llamado ciclo del celo.

'La menstruación es la descamación del endometrio o la capa interna de la matriz todos los meses cuando no se ha presentado un embarazo. El primer día del ciclo menstrual es considerado el primer día de la menstruación. A partir de ese momento empiezan a elevarse las hormonas y a nivel del ovario comienza a crecer un folículo donde se forma el óvulo', explica la ginecóloga barranquillera Lucy Abdala para EL HERALDO.

De acuerdo con Abdala, cuando el cerebro le dice al óvulo que debe producirse, se empieza a liberar una hormona llamada estrógeno y comienza a formarse el revestimiento del útero, célula tras célula, como ladrillos.

«En la ovulación se inicia a producir una hormona llamada progesterona, que es progestacional, prepara el útero. Actúa como un cemento y mantiene unidos esos 'ladrillos'. También provoca algunos cambios para que el revestimiento sea más acogedor para la implantación. Si no hay embarazo, se sale el revestimiento, hay sangrado de los vasos sanguíneos y esa es la sangre que sale», detalla la ginecóloga para este medio.

1 de cada tres mujeres en el mundo es víctima de violencia, y gran parte de ese porcentaje corresponde a la violencia menstrual.

El estigma social y cultural sobre la menstruación como algo 'sucio' o 'impuro', es un factor más de la violencia de género y la desigualdad, la pobreza y las tradiciones abusivas son algunos de los causantes de este tipo de violencia

Existen además abusos de poder en contra de personas menstruantes en diferentes partes del mundo como la falta de validación a mujeres en cargos de liderazgo por razones 'hormonales', la restricción a preparar alimentos, prohibición de entrada a espacios religiosos, aislamiento de comunidades durante la menstruación y matrimonio infantil forzado a partir de la primera menstruación, entre muchos otros.

Sin embargo, la relación entre el periodo menstrual y la impureza no es nueva. Muchas culturas pensaban que las mujeres podían dañar las cosechas o la leche y marchitar las flores. Y luego, los mitos sobre la pureza sólo empeoraron las cosas.

En las décadas de 1920 y 1930 existía la idea de que las mujeres emanaban algo llamado menotoxina, que no era más que un término simbólico de una creencia popular para las fuerzas que eran llamadas contaminación espiritual, veneno psíquico o castigo divino, que sugería que las mujeres menstruantes cambiaban el vino o causaban que la cebada se cayera solo con pasar cerca.

Si bien se han venido presentando avances, la educación reproductiva es todavía una deuda pendiente y escasa. Las adolescentes no conocen lo que ocurre en su organismo y por qué eso es normal, como cualquier otro proceso físico y psicológico.

En Colombia todavía existen muchos tabúes frente al uso de elementos para contener el flujo menstrual. De hecho, el uso de tampón y copa ha sido casi que una revolución que, aunque cada vez es más frecuente entre las mujeres jóvenes, todavía falta mucha pedagogía en torno a sus características, y ni hablar para quienes ni siquiera tienen acceso a ellos.

Según un informe publicado el año pasado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) sobre las proyecciones poblacionales basadas en el Censo Nacional de Población y Vivienda -CNPV 2018, entre mayo de 2021 a mayo de 2022, 566.000 mujeres en Colombia no pudieron acceder a productos básicos de gestión menstrual, como toallas, tampones, copas menstruales o ropa interior para el período.

Al menos 45.000 de esas mujeres se vieron obligadas a utilizar trapos, calcetines, servilletas, telas y hasta ropa vieja para atender sus necesidades, ya que no tenían los medios económicos y materiales como agua limpia para menstruar con dignidad.

Además, la pobreza menstrual, que también afecta a personas trans y no binarias, es un asunto que pasa inadvertido e invisibilizado, que cada mujer y niña vive casi que en la soledad y así mismo en silencio. Es preocupante y agotador.

Tener que sacar con cuidado una toalla higiénica del bolso, esconderla en una libreta, guardarla en el bolsillo en mitad de una clase y correr al baño lo más discretamente posible. Es agotador que te digan con desdén que tienes síndrome premenstrual o que sufres de 'esa época del mes' y es agotador ser una adolescente en ciertos lugares del mundo y simplemente ser rechazada.

¿Qué podemos hacer? Hablemos de la menstruación. Abracémosla con conocimiento. Sangremos con orgullo. Empecemos este camino de sanación con nuestro ciclo menstrual.

'Es importante entender la fisiología de la mujer. Y dentro de la fisiología, es imperativo que leamos más y nos empoderemos de los cambios que tememos las mujeres cuando iniciamos nuestra menarca; es decir, cuando tenemos nuestra primera menstruación. Detrás de una toalla sanitaria hay una serie de informaciones importantes que toda mujer debe conocer', señala la ginecóloga obstetra Martha Marrugo para EL HERALDO.

Así, hablar de la menstruación como un proceso natural y biológico es necesario para que el conocimiento en torno a este se difunda de manera abierta, sin estigmas ni tabúes. Es un asunto de salud pública que le concierne a todas las personas, no solo a las niñas, mujeres y personas menstruantes, a ustedes hombres y por supuestos a las empresas y el Gobierno. Y después dicen que menstruar no es algo político.

*La identidad de la mujer fue cambiada por motivos de seguridad.