El Heraldo
Cortesía de Claudia Insignares
Mi mejor amigo

La alegría que llegó a Claudia Insignares en pandemia

Además de nutricionista, la presentadora de televisión también es defensora de los animales. Valentín, su fiel compañero gatuno, es su nuevo protegido.

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En su etapa escolar la nutricionista y también presentadora de televisión Claudia Insignares disfrutaba cada vez que rescataba a los gatos y a los perros que encontraba en la calle. Como si de una misión implacable se tratara, ella les brindaba bienestar. Es así como —prácticamente— fue convirtiendo la casa de su mamá en el lugar de refugio de aquellos animales que no tenían hogar.

Ese amor que sentía desde muy niña fue creciendo con el paso de los años, llevándola a mantenerse siempre rodeada de muchas mascotas. Un suceso que nunca olvidará es el momento en el que, en medio de las inundaciones acaecidas en el municipio de Campo de la Cruz, logró rescatar a dos perros que se mantenían en los techos de algunas viviendas que estaban bajo el agua.

“Están viviendo en la casa de mi mamá, junto con tres perritas más que recogimos en Puerto Colombia. También les hace compañía una gatica que llegó a mi apartamento embarazada”.

Hoy día Claudia aporta recursos a algunas fundaciones de perros y gatos, situadas en Barranquilla. Adicionalmente, a diario hace un recorrido por las calles de la ciudad, con el objetivo de repartir alimentos a los perros y a los gatos de la calle.

“En pandemia me sentía sola porque mis hijos Gabriel y Valeria estaban estudiando sus carreras profesionales en Estados Unidos. Me propuse a alimentar a los animalitos que encontrara en la calle, además, antes del confinamiento decidí estudiar Idiomas en la Universidad del Norte y allá dejé en el parqueadero a unos perritos que alimentaba, y yo sabía que tenía que seguir haciéndolo”.

Como un ritual diario asegura que desde las 3:00 de la tarde tiene una cita con los perros y los gatos de la calle que ha venido ayudando. Todos —asegura— se forman en hilera, esperándola. Semanalmente llega a dos cementerios para dejarles la comida. Adicionalmente, detrás del muro del garaje de su apartamento mantiene alimento concentrado, un punto que muchos perros y gatos de la zona conocen y donde  llegan a comer. 

“Ayudar a los animalitos sin hogar me genera una sensación indescriptible. Ellos son muy agradecidos y espero que Dios me siga prosperando para seguir ayudándolos (...) Sueño con tener una casa donde pueda cuidar a muchos perritos y gaticos, en sí quiero que sea como un hogar de paso para ellos porque hay muchos que deambulan en las calles sin comida y quiero que consigan un hogar”.

Rechaza todo tipo de maltrato hacia los animales y el acto de abandonar a los perros y los gatos que cometen algunas personas por supuestos motivos de viaje. 

“Mi invitación es a que las personas se animen a ayudar a las fundaciones. Otra cosa que me aterra son quienes se aprovechan de esto y lo toman como un negocio, la idea es que lo hagan con el corazón y no motivados por el dinero  (...) Pienso que una persona que maltrata a un animal debe ser tratada psicológicamente porque seguramente mañana más tarde atentará a cualquiera”.

Claudia dice que “las ocurrencias y las hazañas” de Valentín le sacan más de una sonrisa en el día. Cortesía Claudia Insignares
Su compañía fiel

Antes de la pandemia la acompañaba un gato que nombró Maikito. Este, que se le atravesó un día cualquiera, solo duró junto a ella un año y medio, debido a que algunas patologías que ya presentaba lo venían afectando. A raíz de esa pérdida decidió no buscar más gatos, sin embargo, el destino la sorprendió.

“Mi hija tenía la idea de que tuviera otro gato, pero yo todavía estaba muy sentida por la muerte de Maikito. Entonces, como para salir del paso, le dije que si me conseguía uno blanco de ojos azules, yo lo aceptaba. Un día cualquiera una amiga de ella le dijo que había uno en Soledad, me mandaron la foto y yo no lo podía creer. De inmediato lo adopté y lo llevé al veterinario. Llegó en abril de 2020”.

El proceso de adaptación de este felino dice que se convirtió en toda una aventura, pues lo recogió adulto y con algunas costumbres particulares. Aun así asegura que fue su más grande bendición.

“Él se rehusaba a comer su concentrado, de hecho, quería comer sancocho y cualquier alimento de humanos (risas). Ahora está un poco equilibrado. Es muy tremendo, transmite una energía muy bonita y hace travesuras que disfruto mucho. Eso sí, cuando hace algo malo lo corrijo con todo el amor del mundo”.

Valentín es su compañía fiel. Dice que duerme junto a ella, arropado. Explica que vigila sus pasos y está atento cuando recibe una visita. A su vez indica que le transmite un amor puro y transparente, que no espera nada a cambio y que le brinda paz. Junto a él disfruta jugar y apreciar todas sus hazañas.

Proyectos

Esta barranquillera manifiesta que tiene una nueva ilusión. Se trata de More Than a Table (Más que una mesa), un proyecto que también nació en pandemia y con el que busca inspirar a las personas a que “hagan que sus mesas en casa luzcan lindas”.

“Esto de decorar las mesas es algo que me ha gustado desde siempre, creo que es innato. Cuando se me ocurrió la idea creé la cuenta en Instagram y me he dedicado a brindar tips y a ayudar de forma gratuita en la promoción de nuevos emprendedores que cuentan con marcas de vajillas, servilleteros e individuales, entre otros”.

Es así como se siente dichosa, tranquila y con muchas expectativas, abierta a las posibilidades de colaborar con marcas y volver a hacer —¿por qué no?— “algunas cosas relacionadas con la televisión”.

 

Momentos con mi mascota
Cortesía Claudia Insignares

Valentín hace las veces de trapecista. La lámpara del comedor es su trapecio favorito y aunque Claudia trata de evitar que lo haga, él disfruta hacerlo una y otra vez. 

Cortesía Claudia Insignares

Claudia asegura que uno de los pasatiempos de Valentín es meterse dentro de las bolsas que encuentra a su paso.

Cortesía Claudia Insignares

Las materas que permanecen en la entrada del apartamento de Claudia no se salvan. En estas disfruta merodear y treparse.

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