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Un diamante de béisbol que debería estar ocupado por niños con manillas, bates y cascos, en cambio, se ha transformado en el hogar de un burro, tres perros y varios gatos. La descripción corresponde al terreno de juego del Estadio José Vargas, ubicado en la carrera 10E con calle 45B del barrio La Victoria, en la localidad Metropolitana de Barranquilla.

Hasta hace algún tiempo, este escenario deportivo albergaba los juegos de cuatro clubes nacidos en el sector, como los Astros, La Victoria, Delfines y ‘Docty’ Jiménez.

De estos, sólo los dos últimos se mantienen vigentes. Por si fuese poco, peloteros de la talla de Édgar Rentería, Orlando Cabrera y su hermano Jolbert, quienes cumplieron destacadas actuaciones en Grandes Ligas, demostraron sus habilidades sobre este césped cuando aún militaban en las categorías menores.

Alfredo Docty Jiménez, otrora jardinero central de los Caimanes de Barranquilla, jugó durante 25 años en el parque beisbolero. Lo recuerda como un estadio en óptimas condiciones y, según lo expresa, le duele ver la transformación que ha sufrido.

El exbeisbolista, nacido y criado en el sector, conserva en su memoria con especial aprecio una semifinal ante Estados Unidos, correspondiente a la sexta Serie del Caribe, en 1982, enfrentamiento que se llevó a cabo en la cancha de La Victoria. 'Ese día ganamos con estadio lleno y alcanzamos la final', expresa con voz emocionada.

La mejor época del estadio, según habitantes de la zona, se ubica en los años noventa. Durante aquel período, José Castillo León, mejor conocido como Mojarrita y vecino del sector, fue la persona encargada de administrar el escenario. Competiciones internacionales, un gramado en óptimas condiciones y una iluminación de calidad, engalanaban este parque de ‘pelota caliente’.

Panorama actual. Aquellos tiempos de Mojarrita eran, sin duda, 'mejores', añade el Docty Jiménez.

Menciona que el presente revela una desgastada apariencia del José Vargas. Un terreno de juego maltratado muestra el descuido al cual ha estado sometido durante los últimos años.

Su gramado carece de vida y presenta un desnivel que afecta el normal desarrollo de los partidos. En los jardines se encuentran sacos de basura, excrementos de animales y los camerinos están llenos de botellas de whisky vacías, viejas llantas de automóviles y cualquier clase de desechos sólidos.

Desde hace cuatro años, según Jiménez, el estadio registra un deterioro mayor. Es utilizado por adultos para realizar partidos de sóftbol, pues las condiciones actuales impiden que los niños puedan entrenarse, mucho menos disputar sus encuentros.

'Esto no es un campo de béisbol, parece más un potrero', afirma el 'Docty' con cara de indignación mientras el burro se pasea por la zona de graderías.

El animal, de acuerdo con los vecinos del sector, pertenece al vigilante del estadio.

Así mismo, el espacio que correspondería a una oficina administrativa tiene en su interior una colchoneta, prendas de vestir y artículos de aseo personal, elementos que conforman el paisaje de un improvisado dormitorio.

Quejas de vecinos. Al igual que el 'Docty', a quien le duele el momento actual del estadio José Vargas, es a una de sus vecinas, Yolanda Salas.

Aparte del mal estado cancha, Salas señala que un árbol de laurel situado en la parte exterior es usado por delincuentes para esconderse y atracar a los transeúntes.

'Ese árbol nos perjudica, los ladrones se esconden en las ramas y atracan a la gente que pasa por aquí. A las 9 de la noche esta zona es un peligro', advierte la mujer.

Su hermana, Olga, lamenta que la principal función del estadio no se está cumpliendo. 'La cancha no sirve para nada. Está hecha para los niños y no pueden practicar ahí. Ahora la utilizan los hombres para jugar sóftbol y tomar trago', dice mientras agita sus brazos.

Aunque en las paredes exteriores del estadio José Vargas se observan distintivos de la administración local, el secretario de Recreación y Deporte, Joao Herrera, señala que el predio no pertenece al Distrito. 'Deseamos tener derechos sobre el terreno para destinar recursos públicos a la recuperación de la infraestructura del estadio', asegura.

Por lo pronto, el estadio continúa siendo utilizado para los partidos de sóftbol de adultos durante los fines de semana. Los niños amantes del béisbol esperan una pronta solución que les permita volver a disfrutar del estadio José Vargas, refaccionado y en condiciones apropiadas para practicar su deporte predilecto, el que los entretiene en sus tiempos libres.

Clubes se mudan

Debido a las condiciones que presenta la estructura del estadio de béisbol menor José Vargas, los clubes se han visto forzados a trasladarse a otras canchas para disputar sus encuentros.

De acuerdo con lo señalado por Alfredo Jiménez, la escuela infantil que dirige ha tenido que recurrir a otros espacios para entrenarse y jugar sus partidos. Su club, el cual nació en 1999, ha tenido que celebrar sus partidos en la cancha de la Escuela Naval de Suboficiales ARC Barranquilla, según señala el exjugador de los Caimanes. Otros clubes han optado por desplazarse a canchas ubicadas en Malambo.