La estructura de una empresa debe responder a una estrategia. Esta realidad no es nueva y fue presentada en el año 1962 por Alfred Chandler en su libro Estructura y Estrategia.
Ante esta realidad, resulta interesante preguntar lo siguiente: ¿Las estructuras organizacionales de las empresas son producto de las necesidades gerenciales, administrativas, de los clientes o incluso geográficas? ¿Existen en las empresas personas a quienes se les asignaron roles importantes más como consecuencia de sus cualidades y características que de las necesidades reales y estratégicas?
Diseñar el modelo de operación de una compañía y su estructura organizacional no se limita a definir un organigrama que contenga las funciones corporativas tradicionales relacionadas con las áreas financiera, de recursos humanos, comercial, de operaciones, entre otras.
Por el contrario, el análisis para alinearse a la estrategia parte en la vía opuesta, y es desde el entendimiento profundo de la razón de ser de la compañía y de las metas trazadas a corto, mediano y largo plazo.
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Para Anabella Martínez, Rectora del Colegio Marymount, 'si una entidad busca posicionarse, debe ajustar su misión, definir sus prioridades y generar un cambio en la manera como organiza su recurso humano'.
'En el colegio estamos repensando la estructura pues buscamos que los empleados desempeñen roles de integración curricular y así articular las áreas para trabajar en apoyo de competencias transversales', asegura la Rectora del Colegio Marymount.
El revisar la estrategia es lo que permite una asignación concienzuda de roles y responsabilidades, tendientes a cuidar y garantizar que dichos objetivos estratégicos tengan un responsable y doliente para movilizar recursos y esfuerzos hasta alcanzar los resultados.
Entonces, si una compañía proyecta crecer en el mercado internacional debe robustecer su área de comercio internacional, o si otra compañía quiere competir en agilidad y manejo de información debe reforzar sus sectores de infraestructura y tecnología.
Adicionalmente, para que una estructura sea funcional y efectiva, resulta indispensable realizar una definición minuciosa de responsabilidades y niveles de autonomía para cada una de las posiciones que la conforman.
Los mercados cambian, las compañías se replantean y evolucionan. Amplían sus horizontes, incursionan en diferentes mercados, sectores y servicios. Todo lo anterior implica ajustes en sus estructuras.
Se ha demostrado que los presidentes de las compañías hacen énfasis no solo en las habilidades necesarias de las personas, sino también en la cultura que se debe promover para que el cambio organizacional sea efectivo y sostenible en el tiempo.





















