La apuesta de Barranquilla por promover sus industrias culturales y creativas es realmente ambiciosa. Esta acción, articulada entre lo local y nacional, no puede solo circunscribirse a una estrategia para salvaguardar nuestra riqueza cultural y patrimonial, representada en el inestimable conocimiento de hacedores y gestores, sus saberes artesanales, las inagotables manifestaciones artísticas y musicales o el sabor de las cocinas tradicionales, entre otras expresiones ancestrales que enaltecen los sentidos. También Barranquilla, asumiendo su indiscutible liderazgo como territorio generador de talentos, se encuentra en capacidad de producir importantes beneficios económicos que favorezcan a los actores involucrados en este sistema. El Carnaval es muestra de ello. El Barrio Abajo, distrito creativo, es otra.

Como modelo productivo de desarrollo social, las industrias creativas y culturales pueden ser una herramienta fundamental para hacer crecer la economía de Barranquilla y el resto del Atlántico. Se necesitan más aliados privados, recursos de lo público, pero sobre todo, mayor interés y un aumento sustancial en el consumo de las actividades del sector, en especial entre los jóvenes. Organizar, proyectar y estimular la transformación de los bienes y servicios culturales de los que hoy dispone la ciudad, muchos de ellos totalmente desperdiciados como el Parque Cultural del Caribe o el Teatro Amira de la Rosa, contribuiría a generar un entorno artístico e innovador, lo suficientemente atractivo y robusto, idóneo para fortalecer el futuro económico local.

La pandemia agudizó la fragilidad socioeconómica de muchos de los agentes culturales de la ciudad. En los últimos meses, la reactivación plena ha permitido recuperar 12 mil empleos en “empresas dedicadas a actividades artísticas, de entretenimiento, recreación y en el subsector de eventos”, estima la Secretaría de Desarrollo Económico. Importante avance teniendo en cuenta todo lo que hay en juego, pero aún se necesita hacer mucho más para reconstruir el tejido cultural seriamente deteriorado en este tiempo adverso y, a la vez, asegurar ingresos para los artistas.

La convocatoria temporal ´Barranquilla en Movimiento’, respuesta de emergencia a la crisis del sector, no solo fortalecerá la oferta cultural. También impulsará a esta fuerza creativa, mediante el pago de incentivos, asumidos por el Ministerio de Cultura y el Distrito. Ahora que los aforos se ampliaron a su máxima capacidad, restaurantes, bares, centros comerciales y espacios públicos adquirieron una nueva dimensión, convirtiéndose en escenarios donde se podrá conocer, valorar y disfrutar el trabajo de artistas locales. Más de 200 de ellos, integrantes de proyectos de teatro, música, danza, circo y narración oral, se presentarán en estos establecimientos, hasta mediados de diciembre. Una maratónica e imperdible agenda cultural que dinamizará la recuperación económica de distintos sectores. Merece, sin duda, ser respaldada por la ciudadanía porque constituye una “valiosa oportunidad” para todos los participantes, como aseguró la secretaria de Cultura y Patrimonio, María Teresa Fernández.

En un momento en el que la pandemia nos da un respiro, conviene explorar nuevos modelos para consolidar las industrias creativas y culturales como un activo económico permanente de la ciudad. Barranquilla necesita encontrar mecanismos que afiancen su aspiración de convertirse en un destino turístico de calidad, y también de negocios, a partir de dos ofertas claras: biodiversidad y riqueza cultural. Manos a la obra: de las crisis, y difícilmente habrá una más profunda que esta, pueden surgir grandes oportunidades para crear, crecer y trascender.