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A sus 21 años, el colombiano Johan Rodríguez, que se destaca en el KIA Open Challenger de Barranquilla, comienza a dar pasos firmes en el tenis profesional. Nacido en Melgar, un cálido municipio del Tolima, este joven colombiano encontró en el deporte blanco una pasión que ha cultivado con disciplina, constancia y la guía de su padre, quien hoy también es su entrenador.

Luego de coronarse campeón en el torneo M15 de Bucaramanga, Rodríguez llegó a Barranquilla para disputar su primer torneo de categoría Challenger, con una actitud centrada más en el desempeño que en los resultados. “No tengo expectativas así como de llegar a cierta ronda o de hacer un cierto resultado, sino que vengo a dar lo mejor de mí dentro del campo y poner en práctica lo que he estado entrenando”, afirmó el tenista que este jueves se juega el paso a la semifinal del torneo.

El trabajo previo fue intenso. Sabiendo que jugaría en pista dura, se preparó a fondo en Melgar, en una cancha de cemento rápido que le permitió adaptarse a las condiciones que encontraría en Barranquilla. Entrenó bajo el calor sofocante del mediodía, simulando la humedad y temperatura de la costa atlántica. Esa preparación, unida a su conocimiento previo del clima currambero, por su experiencia en torneos junior, fue clave para afrontar el reto sin sorpresas. “Ya había venido a jugar varios torneos aquí, como el Mundial Juvenil de Barranquilla, así que sabía a qué me enfrentaba”, comentó.

Aunque no llegó con presión de resultados, Johan ya se encuentra entre los ocho mejores del torneo, habiendo alcanzado los cuartos de final en su debut en un Challenger. Un logro que atribuye al proceso constante que ha tenido con su padre durante todo el año. “Me siento alegre, feliz de que ese trabajo esté dando frutos”, afirma con convicción.

Entre los aspectos en los que más ha progresado destaca su servicio, una herramienta que antes le causaba más pérdidas que victorias. “He estado muy focalizado en trabajar el saque, ya que en torneos anteriores se me fueron partidos por no mantenerlo. También he mejorado la movilidad, la resistencia física, y sobre todo la parte mental, estar más tranquilo y sereno en los momentos decisivos”.

Frente a rivales con mayor potencia física, como el ucraniano Zapko —a quien eliminó en fase de octavos de final—, Rodríguez ha demostrado otra de sus fortalezas: la devolución. Durante el partido, supo incomodar constantemente a su oponente recibiendo con eficacia y precisión.

“Me he considerado toda la vida un buen restador. Muchas veces los jugadores se sorprenden porque no esperan una buena devolución después de un gran saque, y yo aprovecho eso”, explicó Johan, que este jueves enfrentará al chileno Tomás Barrios, en el segundo partido de la jornada.

Su estrategia consiste en devolver profundo, especialmente al centro de la cancha, una zona que considera complicada para cualquier tenista.

El calor, que ha afectado notablemente a jugadores europeos, ha sido otra ventaja para Johan. El hecho de haber crecido en un lugar donde las temperaturas superan con frecuencia los 30 grados le ha permitido resistir mejor las condiciones extremas. Entrenar en Melgar a las horas de mayor sol, entre las 11 de la mañana y la 1 de la tarde, fue una decisión estratégica para afrontar lo que ya conocía de Barranquilla.

Fuera del tenis, Johan también tiene afinidades deportivas. Aunque no sigue de cerca el fútbol colombiano, sí es hincha ferviente del Real Madrid, un gusto que nació en su infancia por su admiración por Cristiano Ronaldo.

“Para mí, es el mejor deportista de la historia. Me identifico con él, con su origen humilde, con la jerarquía con la que juega y con la pasión que le pone no solo al fútbol, sino a la vida. Viene desde muy abajo, y eso me inspira”, afirma.

Así, con los pies bien puestos en la tierra y la mente enfocada en seguir creciendo, Johan Rodríguez demuestra que el camino hacia el alto rendimiento no tiene atajos. Su historia es la de un joven que, desde el calor de Melgar, ha encontrado en el trabajo silencioso y constante la fórmula para empezar a destacarse en el competitivo mundo del tenis profesional.