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La FIFA y el fútbol mundial cumplen este lunes una década sin Joseph Blatter, el todopoderoso presidente durante 17 años de la organización, que se vio obligado a dimitir días después de ser reelegido para un quinto mandato por el llamado “FIFA Gate” y que hace solo tres meses ha sido totalmente exculpado.

El tiempo transcurrido desde el 2 de junio de 2015 ha sido un periodo lleno de cambios en la FIFA, presidida ahora por alguien que cuando se fue Blatter no entraba en ninguna quiniela, y también un duro transitar del dirigente suizo tras una absolución que logró el pasado 25 de marzo.

En esa fecha, una Corte de Apelación extraordinaria de Suiza lo absolvió igual que al exjugador francés Michel Platini, en tiempos su asesor, luego presidente de la UEFA y considerado su delfín, de un caso de fraude que los llevó al banquillo.

Ambos estaban acusados de un pago ilegal de dos millones de francos suizos a Platini, en perjuicio de la FIFA, cuando este asesoró a Blatter entre 1998 y 2002, aunque el hecho trascendió en pleno estallido del “FIFA-Gate” con la detención de siete directivos de la FIFA en Zúrich, horas antes de un Congreso en el que Blatter iba a ser reelegido.

La propia FIFA suspendió meses después a Blatter y a Platini durante ocho años por violar su Código Ético por ese pago que reclamó el segundo. La suspensión puso fin a la era Blatter en la FIFA, pero también a la de Platini, porque no pudo presentase a las elecciones para reemplazarle. Su secretario general en la UEFA en aquel momento, Gianni Infantino, sí lo hizo y desde entonces preside la organización futbolística más grande del mundo.

“Tomo la decisión de renunciar para limpiar la imagen de la FIFA”

Pero ese caso no fue el que motivó la renuncia como presidente de Blatter, que se apartó del cargo cuatro días después de ser reelegido para un quinto mandato en el 65 Congreso de mayo de 2015.

Horas antes del mismo, 7 directivos de la FIFA fueron detenidos en Zúrich, en una operación ordenada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, coordinada con el FBI y la agencia tributaria, contra 14 personas con cargos por sobornos que alcanzaban los 150 millones de dólares, organización mafiosa y fraude masivo hasta blanqueo de dinero. Blatter, no estaba entre ellos.

El hilo conductor fue ‘Chuck’ Blazer, exdirigente de la CONCACAF que confesó haber aceptado sobornos y lavado de dinero para designar las sedes de los Mundiales de 1998 en Francia y 2010 en Sudáfrica.

Blatter se negó a aplazar el Congreso por el escándalo y se mostró “capaz” de afrontar la renovación de la FIFA, después de que el príncipe jordano Ali bin Al-Hussein, único candidato para relevarlo, retirara su candidatura a la presidencia tras una primera votación en la que obtuvo 73 votos y Blatter 133. Antes de la votación lo hicieron Luis Figo y el neerlandés Michael Van Praag.

“A pesar de haber sido apoyado en elecciones, ese apoyo no lo comparten todos. Por eso pongo mi renuncia a disposición. Tomo esta decisión de renunciar para limpiar la imagen de la FIFA. La FIFA necesita una profunda reestructuración”, dijo entonces.

Con esta afirmación Blatter se propuso seguir de forma interina al mando hasta unas nuevas elecciones en febrero de 2016, pero el anuncio de la investigación en Suiza por el supuesto pago a Platini frustró el empeño de alguien muy acostumbrado a superar grandes crisis.

Así lo hizo ante la quiebra en 2000 de la empresa ISL/ISMM, que tenía los derechos de televisión de los Mundiales del 2002 y 2006 y generó una deuda millonaria que asumió la FIFA y ante el informe posterior sobre sobornos millonarios de esta firma a Joao Havelange, con el que entró en el organismo y luego fue secretario general.

También frente a las denuncias de sobornos en su primera elección como presidente en 1998, la sublevación de parte de su Comité Ejecutivo en 2002 antes de su reelección y las acusaciones de compra de votos para los Mundiales de Rusia 2018 y Catar 2022.

Ya apartado del fútbol, Blatter aseguró que si Estados Unidos hubiera ganado la organización del Mundial de 2022 no habría habido ninguna crisis en la FIFA, cerrada para él hace apenas tres meses.

“Es un gran alivio para mí, porque esto dura ya diez años. Es como una espada de Damocles sobre mi cabeza. Y ahora se ha acabado y puedo respirar”, señaló el pasado marzo, recién cumplidos los 89 años, el excoronel del ejército suizo y economista, que llegó a la FIFA en 1975 y se fue 40 años después.