Compartir:

Junior ha venido en franca mejoría. Aunque constantemente se roten los titulares en el frente de ataque (en la defensa y el mediocampo casi siempre son los mismos) y no exista un onceno inicialista que la gente y la prensa reciten de memoria (cosa que no necesariamente es indicativo de que un equipo está engranado y con el rendimiento ideal), César Farías ha logrado cuajar una escuadra competitiva, con combinación de experiencia y juventud, que puede dar la pelea por el título de la Liga I.

No sé si de aquí en adelante será un desastre y protagonista de una gran decepción, pero hasta ahora no se ha visto inferior a ningún rival y muestra armas para afrontar la batalla por el máximo galardón del fútbol colombiano, algo que no esperaban muchos al principio de la temporada, cuando no apostaban un centavo por Farías y la nómina que armó tras la caída de la contratación de James Rodríguez y otros nombres.

“No tiene nada ese equipo, vamos a tener otro semestre de mie…”, dijeron varios junioristas que descalificaron al DT venezolano y desaprobaron y vieron despectivamente la llegada de Daniel Rivera, Javier Báez, Guillermo Paiva y el mismo Jhomier Guerrero, aunque se trataba de un canterano que se encontraba a préstamo en Patriotas.

Nada más se consideraba un verdadero refuerzo a Déiber Caicedo, precisamente quien ha andado mal y apenas acaba de asomar, ante América, algo de la habilidad y todo el potencial ofensivo que conocemos de él (ojalá siga recuperando su mejor versión).

Y no digo que sea un equipo competitivo solo por su ubicación en el tercer puesto de la tabla y los 31 puntos que lo tienen prácticamente clasificado a los cuadrangulares semifinales, sin el estrés de sacar la calculadora y una camándula para orar por triunfos y el milagro de que Perencejo le gane a Sutanejo, Songo le dé a Borondongo y Borondongo a Bernabé.

Esta vez, por fortuna, no habrá hernias ni artritis por hacer fuerza y cruzar dedos para que Junior ingrese a la fiesta de los ocho primeros, un objetivo que debe cumplir siempre como ahora, sin sufrimientos ni dramas y pensando en acumular el mayor número de puntos en la reclasificación (que da cupo a la Copa Libertadores).

Y lo ha hecho progresando en su juego colectivo, incentivando la competencia individual en la plantilla, con un enorme despliegue físico, sorprendiendo al rival con sus planteamientos (no es predecible) y con el descubrimiento de nuevas alternativas futbolísticas como esa de poner a Yimmi Chará en primera línea. Con el vallecaucano ahí se arregló un problema grave del equipo que no ha contado con Harold Rivera, una incorporación que vino con la misión de brindar salida y fútbol desde la primera línea de volantes, pero se la ha pasado lesionado todo el tiempo (y no se sabe oficialmente cómo va su rehabilitación).

Sí, ahora viene la pulpa del campeonato, y es donde más se debe mostrar hambre de gloria. De acuerdo. Pero, insisto: hasta ahora, este ‘Tiburón’ ha mostrado dientes para morder a cualquiera y probar el dulce sabor de la victoria.

Sin embargo, debe afilarlos más, ser más certero y contundente, más implacable y voraz con las redes rivales. No perdonar tanto como ante Deportivo Pereira y, sobre todo, frente al América. No solo por el penalti que le taparon a Báez, fueron más de ocho opciones claras que se despilfarraron ante los escarlatas.

Hay que procurar ser más letales en el área rival y elevar la cantidad de goles a favor (solo 20 en 17 partidos no es una buena cifra acorde a un equipo como Junior). Nacional, por ejemplo, uno de los adversarios fuertes en la carrera por el título, acumula 32. Tiene pegada para noquear a cualquiera.

La defensa de Junior ya ajustó tuercas y con solo 11 goles en contra es la segunda mejor de la Liga, después de la del Medellín, que apenas ha recibido seis. Pero en ataque todavía hay déficit de goles. Existe mucha habilidad, desequilibrio y elaboración de jugadas en campo contrario, pero falta redondear la faena con la estocada final.

Que los extremos y laterales resuelvan mejor (con más tino y mejores centros) y jugadores de otras posiciones aporten más anotaciones (cabezazos de los defensores en pelotas quietas), que Bacca se mueva y se desmarque más, que gane duelos y active su indiscutible instinto goleador, que se explote más a Paiva en el juego aéreo y que ‘Tití’ Rodríguez demuestre en un juego completo el oportunismo que luce en la agonía de algunos partidos. Todo lo que sea necesario para aumentar la efectividad.

Así las cosas, hay una notable mejoría general. Lo que falta es contundencia.