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En Ciudad Mallorquín, un sector de conjuntos residenciales ubicado en jurisdicción de Puerto Colombia y que ha sido vendido como un símbolo de modernidad y calidad de vida, la movilidad se ha convertido en un desafío que crece al mismo ritmo que las torres de apartamentos.

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Para la mayoría de residentes, llegar a la carrera 51B para tomar un bus es parte de la rutina diaria debido a que no hay rutas de transporte público que entren hasta la zona, lo que obliga a caminar varias cuadras bajo el sol o la lluvia, situación que afecta especialmente a jóvenes, adultos mayores y personas con movilidad reducida.

“Las empresas de buses deberían implementar rutas que lleguen acá. Somos una comunidad en crecimiento y necesitamos un servicio de transporte digno”, reclama Fernando Espinel, uno de los primeros habitantes del sector.

Ciudad Mallorquín todavía está en proceso de consolidación, pero ya presenta síntomas de saturación. Espinel advierte que, con apenas un 30 % de ocupación, las calles muestran señales de congestión y desorden vehicular.

La falta de parqueaderos es uno de los puntos más críticos. Los conjuntos residenciales cuentan con estacionamientos comunitarios y limitados, lo que obliga a muchos vecinos a dejar sus vehículos en la calle. Esto no solo reduce el espacio de circulación, sino que también aumenta el riesgo de siniestros y deteriora la convivencia.

“Ningún edificio tiene parqueadero por apartamento; hay carros abandonados desde hace meses en los lados del parque y nadie los retira. Cuando esto llegue al 80 % o 90 % de ocupación, el parqueo va a ser un caos”, asegura otro ciudadano.

En un recorrido por el sector, un equipo periodístico de EL HERALDO pudo observar cómo las vías internas se estrechan por los carros estacionados en esquinas y zonas no autorizadas. A este panorama se suma la presencia de vendedores estacionarios que, sin una ubicación regulada, ocupan franjas del espacio público.

“Uno llega y no sabe dónde parquear. Las calles quedan como embudos, y entre los carros mal puestos y los puestos de venta, toca maniobrar como si uno estuviera en un laberinto”, describe un habitante de este sector.

El problema no es nuevo para los barranquilleros. Sectores como Alameda del Río han vivido una situación similar: alta densidad poblacional, parqueaderos insuficientes y un desborde en el uso del espacio público que termina por colapsar la movilidad.

Johnny OlivaresLas autoridades han desplegado controles para evitar mayores afectaciones a la ciudadanía.

La comunidad reconoció que el comercio informal es fuente de sustento para muchas familias, pero piden una reorganización que permita la convivencia sin sacrificar la movilidad.

“No se trata de sacarlos, sino de organizarlos. Todos podemos convivir, pero necesitamos espacio para movernos sin miedo a chocar o atropellar a alguien”, dice otro de los residentes de la zona.

Aunque la congestión es evidente en algunas horas del día, la preocupación de los moradores va más allá del simple malestar diario. Temen que, a medida que lleguen más familias, la movilidad se convierta en un “cuello de botella” permanente que afecte la calidad de vida y desvalorice las propiedades.

Por tal motivo, los habitantes de la zona esperan que las autoridades locales y los operadores de transporte tomen cartas en el asunto, lo que incluye desde habilitar rutas de bus que entren a Ciudad Mallorquín, hasta establecer zonas de parqueo y regular la ubicación del comercio ambulante.

“También pedimos a las autoridades competentes que revisen el funcionamiento del parque para que se realicen mantenimientos y el mobiliario no se vea afectado. Hay algunos elementos de la zona biosaludable que ya requiere atención”, aseveraron los residentes del sector.

Estudios de movilidad

De acuerdo con Gustavo Santos, subdirector de Transporte del Área Metropolitana de Barranquilla (AMB), la principal limitante en el sector es que no todas las vías están terminadas, lo que impide la circulación fluida de los vehículos de transporte público colectivo.

“Necesitamos que la malla vial esté continua, con conexión directa hacia la avenida Circunvalar y la carrera 53, para poder garantizar que los buses entren y salgan sin inconvenientes”, explica Santos.

El funcionario señala que actualmente se adelantan estudios para definir qué empresas y rutas podrían cubrir esta zona, priorizando aquellas que ya transitan por la Circunvalar y la carrera 51B.

Además, sostiene que una vez concluidos los análisis, se abrirá un proceso de concertación con las compañías prestadoras del servicio, etapa que dependerá también de que se complete la infraestructura vial.

Sobre el espacio público

A su turno, Saúl Leyva, jefe de la oficina de Seguridad y Convivencia Ciudadana de Puerto Colombia, sostiene que desde hace un mes se adelantan operativos permanentes para regular la ocupación del espacio público en el sector de Ciudad Mallorquín.

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Explica que en la zona se identificaron cuatro personas que llevan años trabajando allí y que, por el tiempo y las condiciones especiales, incluyendo situaciones como el desplazamiento forzado por la violencia, han adquirido lo que en derecho se denomina “confianza legítima”, figura que reconoce la Corte Constitucional.

“Con ellos hemos hecho un trabajo articulado para que puedan seguir desarrollando su actividad económica en puntos específicos, de manera ordenada y controlada”, señala Leyva.

No obstante, el funcionario advierte que en las últimas semanas han intentado instalarse nuevos vendedores, algunos con vehículos para prestar servicios o comercializar productos como artículos de ferretería o pipetas de gas, sin ningún tipo de autorización.

“Estamos controlando la llegada de negocios no permitidos, porque no podemos permitir que proliferen actividades sin control y luego, como administración, tengamos que rehabilitarlos solo por el hecho de haber permanecido un tiempo en el sector”, recalca.

Menciona, además, que los operativos se realizan a diario con el grupo de control de espacio público, en coordinación con el plan social, para garantizar que el lugar sea de uso colectivo y no de unos pocos.

Mientras que la secretaria de Tránsito del municipio, Ofelia Murillo, sostiene que tras varias visitas técnicas se identificaron necesidades de señalización, ya que muchos conductores utilizan las vías como parqueaderos, reduciendo el espacio de circulación en un sector cuyas calles son angostas.

“Este diagnóstico nos permitirá instalar la señalización a finales de agosto. Socializaremos la medida con la comunidad y los constructores, para que organicen los parqueaderos de los proyectos y eviten un futuro colapso vial”, asegura Murillo.

Además, la Secretaría adelanta estudios para reforzar el transporte público colectivo, con el objetivo de disminuir el uso de vehículos particulares. También se prevé una reunión con diversos actores para revisar el plan de manejo de tráfico y coordinar acciones conjuntas que mitiguen el impacto sobre la movilidad.

Mantenimiento del mobiliario

La Fundación Argos, entidad encargada de la administración del parque de Ciudad Mallorquín, afirma que ha mantenido una comunicación permanente con la comunidad para atender todo lo relacionado con el mobiliario urbano y los procesos de cultura ciudadana en el sector. Asimismo, ha desarrollado de manera continua iniciativas y estrategias para fomentar la apropiación del territorio.

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“La dotación del parque se realizó conforme a las expectativas y necesidades expresadas por los habitantes. Hasta la fecha no hemos recibido reportes de daños o afectaciones, salvo el caso de una malla en la cancha de fútbol que presentó deterioro por mal uso. Este asunto ya está siendo revisado junto con la Alcaldía para su pronta reparación”, indica la entidad.