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A diez años de su retiro de las pistas de patinaje del mundo, la cartagenera Berenice Moreno ostenta en cada una de las 19 medallas de oro que ganó en los mundiales, su mejor legado de vida y hoy lo replica en los niños que entrena en su escuela.

Berenice también coadyuva con su esposo, el cazatalentos de los Cachorros de Chicago, Manuel Esquivia, en la fundación que tienen ambos para ayudar a los peloteros a buscar una firma en las Grandes Ligas. también termina su carrera de administración, está creando su propia marca de ropa e implementos deportivos con énfasis en patinaje y es madre de dos hijos, Manuela y Emmanuel.

La icónica expatinadora representa una base que comenzó a construir la era dorada que puso a Colombia en el pináculo del patinaje mundial y que ella ve amenazada si no se vuelven a los principios del entrenamiento, planificación y selección altamente rigurosa que antes se implementaron en el país, frente al recorte que están haciendo otras potencias deportivas de esta disciplina.

Fue la primera campeona mundial que tuvo el país en un deporte que apenas irrumpía en 1996 cuando se realizó el Mundial en Barrancabermeja y Berenice se colgó la medalla de oro con el uniforme de Colombia con tan solo 14 años.

A partir de ese momento, el apellido Moreno, que era conocido por sus hazañas en el béisbol con su padre Eusebio, campeón de bateo en la Serie Mundial aficionada cumplida en Japón a principios de los años ochenta, tomaba un relevo generacional, ahora puestos en las manos de una niña de 14 años, que lo llevaría a más países de los que Eusebio como pelotero visitó, dándole igual o más gloria al nombre de Colombia.

Tal como Berenice, los Moreno representaron momentos dorados del deporte bolivarense y nacional desde Tomás, en el béisbol (murió el año pasado); Eusebio, su hermano; Mercedes, hermana de Berenice, jugadora de voleibol de selecciones Bolívar y Colombia; Eusebio Jr, beisbolista, y Cristian, jugador de fútbol.