Un balón fue el mejor escudo que Wílmar Barrios encontró para protegerse de las balas en su barrio, La Candelaria, en Cartagena. El mediocampista de la Selección Colombia olímpica creció en medio de la violencia de este sector de La Heroica, pero desde chico tuvo presente que su futuro estaba en el fútbol.
Muchas veces corrió, pero no solo para alcanzar la bola, también para esquivar las balas. Gracias a su padre y abuela se apartó de las malas amistades y se dedicó a hacer gambetas en las canchas.
Barrios sueña con convertirse en el bastión del mediocampo y ganar una medalla olímpica en Brasil.
¿Su sensación antes de afrontar los Olímpicos?
Son sensaciones bastante lindas, sientes el deseo de que pasen estos días rápido para estar en Río. Nos estamos preparando al 100%.
Es uno de los llamados a figurar en esta Selección. ¿Cómo lo asume?
Con mucha tranquilidad e inteligencia. Sé del trabajo que estoy haciendo en mi equipo y en la Selección.
¿Cómo fue su niñez?
La verdad es que fue bastante dura porque nací en un barrio donde es complicado surgir como persona. Nací en el barrio La Candelaria, muy popular en Cartagena. Tú le dices a un taxi que te lleve y prefiere no hacer la carrera. Las ganas, el sentido de pertenencia y esa ilusión de querer algún día ser profesional me llevó a trabajar día a día y a dejar muchas cosas.
¿Alguna anécdota de aquella época?
La primera vez que fue un técnico a La Candelaria me vio jugar, porque yo pasaba con mis amigos en la cancha. Yo era el menor, siempre anduve con gente mayor que yo. Al final este señor se me acercó y me preguntó que si yo quería jugar en un equipo. Él fue a mi casa y habló con mi papá y mi mamá. Al día siguiente me dieron el permiso para ir a entrenar. Yo vivía con mi abuela y mi papá quería que me fuera a vivir con él, pero yo no quería y eso fue una pelea. Yo salí corriendo y me lanzó un casco, me subió a la moto llorando y me llevó a su casa. Luego me fui al entrenamiento, eso siempre lo recuerdo.
¿Alguien en La Candelaria intentó influenciarlo por el mal camino?
Sí, hubo momentos en que pasa uno por todo eso porque a mí siempre me gustó la calle, me gustaba estar jugando con los compañeros y en la calle uno ve muchas cosas. La atención de mi abuela y mi papá que estuvieron pendientes de que yo me alejara de algunas amistades me ayudó mucho a que yo siguiera surgiendo.
¿Cómo lo ven hoy en La Candelaria?
Cuando voy al barrio la gente me aprecia mucho por mi humildad. Cuando llego allá miro a todo el mundo de la misma manera. Me miran como un referente, como una persona que entre tanta violencia trató de salir adelante. Saben que sí se puede surgir.
¿Qué pasó con los amigos con los que creció?
Algunos de mis amigos están perdidos en la droga, otros están en la cárcel y otros trabajando, entonces cuando los veo los saludo.
¿En su barrio había atracos, pandillas y disputa de territorios?
Todo eso que me acabas de decir se vive en La Candelaria. Muchas veces estabas en la cancha, se escuchaban los disparos y tenías que salir corriendo para esconderte. Se metían los del otro barrio o los de mi barrio iban allá. Eso era lo que le daba miedo a mi familia.
¿Cuál fue el episodio más duro que le tocó vivir en La Candelaria?
Yo quedé muchas veces en medio de tiroteos. Estaba uno en la calle y, de repente, se venían de frente. Era complicado, tenía que correr agachado, sentía era las balas cuando pasaban. Gracias a Dios a mí las balas nunca me cogieron, pero a compañeros si le alcanzaron a dar.
¿Qué sensación tuvo cuando se puso su primer uniforme de un equipo?
Llegué a mi casa muy contento por haber hecho mi primer entrenamiento, fue una mañana que recuerdo mucho. La primera vez que me puse el uniforme estuve muy feliz. Jugaba y en mi barrio siempre me creía el mejor.
¿Siempre jugó de volante de primera línea?
Jugaba de volante 10, delantero y extremo.
¿Hasta qué edad jugó en Cartagena?
Cuando fueron a buscarme tenía unos 12 años.
¿El béisbol nunca le llamó la atención?
No, la verdad nunca me llamó la atención. Las veces que lo jugué fue de recocha en la cancha de sóftbol y apostábamos 2.000 pesos la carrera o el inning, de resto, me mantenía con el balón.
¿Cómo fue el proceso para llegar al Tolima?
Mi proceso en una escuela de fútbol lo hice en Ciclones de Cartagena. Ahí duré tres años y me formé. En Amberes duré un año. Jugué el Asefal de Barranquilla, luego me fui para Cali. Me devolví y estuve un año en Ciclones. En Cartagena me vio jugando ‘Tucho’ Ortiz, que era veedor del Tolima, le gustó mi forma de jugar y me llevó. Tenía 16 años.
¿Y a qué edad debutó en el Tolima?
Iba a cumplir 19 años.
¿Qué recuerda del debut?
(Risas). Me expulsaron. Fue mi primera expulsión en Liga. Fue contra Chicó, allá en Tunja, en ese entonces al Chicó lo dirigía el profe Gamero y perdimos 3-0. A los 76 minutos me expulsaron por doble amarilla. Fue un debut bastante amargo, pero después de eso tuve la oportunidad de que me llevaran a seis partidos de Copa Libertadores y de ahí comenzó mi carrera.
¿Cómo le va con la champeta?
Bien, vengo de allá de esos barrios populares donde más se baila la champeta, entonces siempre estoy activo con eso. Me gusta Kevin Flórez, Mr Black, Jhon F., soy amante de la buena champeta. Tiro pases y en el Tolima siempre estoy bailando.
¿Iba a bailes de picó?
Sí, claro. Desde que tengo uso de razón por La Candelaria siempre han llevado picos y han hecho bailes. Como yo estaba pequeño y no me dejaban entrar, me iba temprano cuando estaban armando el pico, sonaba una o dos horas, sin pagar, y ahí me quedaba.
¿Se quedó con las ganas de jugar en Junior?
Con las ganas no porque uno como futbolista siempre aspira a seguir dando pasos, sino se dieron las cosas era porque no era el momento, entonces por ese lado estoy tranquilo, sé que si en algún día se vuelve a dar, llegaré con la mayor ilusión.
¿Qué tanto contacto hizo con la gente del Junior?
Con la persona que más estuve dialogando fue con el profe (Alexis Mendoza), nos estuvimos comunicando por teléfono porque era casi un hecho mi llegada a Junior. El profe esperaba mi llegada, pero es un tema que quedó atrás y ahora estoy con la Selección.
¿Se ha imaginado con una medalla olímpica?
Hay que soñar porque cuando uno sueña y piensa cosas positivas, cuando menos cree, está celebrando. Hay una gran Selección, un grupo, hay que ir a pelear. Los dos primeros partidos son vitales. Sueño con regresar con una medalla.























