Tenía dos opciones: Ponerme a llorar o ponerme a hacer pañuelos para quienes lloran. Tomé la segunda.”
Sus manos registran las huellas del esfuerzo, los sobresaltos esporádicos de su pierna izquierda son una pequeña secuela de sus días de batalla. Ha llovido y ha escampado, sus temores han partido con el vapor que abandonó el asfalto, sus recuerdos solo albergan gratitud, sus gestos amables, el tono de su voz, los libros en su mesa, las fotos de sus hijos resguardando su espalda, las estampas de la virgen en su altar, un cuaderno y una caja de colores prismacolor son el marco de un rincón que puede ser la vida. En el piso, un baúl mágico que convierte en músculo los golpes que le han sacado el aire. Todo en el lugar es un como un sorbo de café caliente en la mañana.
Sus planteamientos siempre advierten dos caminos, dos posibilidades, parecía que hubiera educado su mente para pensar de esa manera, o que la vida le hubiese hecho entender que así era.
“Hay dos opciones, siempre hay dos opciones. Piensa por un instante. La distancia entre unos y otros la determina la capacidad de entrega, de exigencia, el grado de compromiso que cada uno establezca consigo mismo. El deseo de superar las dificultades es la fuerza blanca que moviliza el mundo. Cuando se sueña con ser el mejor, se accede a la posibilidad de ser segundo y, si lo logras, entenderás que hay dos caminos: Doblar tu entrega y disciplina para ser el primero, o ver como la distancia entre él y tú se hace eternidad, lo que además, inmediatamente endosa tu segundo lugar al que ayer era tercero”
Cada frase era un desafío, cada ejemplo una experiencia, cada cita tenía un marco de referencia aplicable al presente, al hoy. Tenía la capacidad de intimidar a su interlocutor, para lo que no todos están preparados, pero esta era una intimidación positiva pues cada oración dejaba la sensación interna de que algo habíamos dejado de hacer pudiendo haberlo hecho.
“No se trata de saber a dónde quieres llegar, no se trata de saber dónde quieres verte, no se trata de tener claro lo que mereces.
Lo realmente importante es lo que haces para que las cosas sucedan, lo que movilizas para que todo pase, lo que ejecutas, lo que llevas acabo. No eres el mejor cuando eres mejor que el otro, eres el mejor cuando eres el mejor frente a ti, frente a tus posibilidades. Y algo más, no se trata de tratar, se trata de lograrlo. Ves, siempre hay dos posibilidades”
Dedico varias horas de la semana al trabajo de campo, a la calle, a la palabra, a caminar en busca de historias que sean motivo, a desafiar los titulares dolorosos y, al encuentro con las voces que construyen el camino. La ciudades están llenas de líneas que no se han escrito, de imágenes que no se han rodado, de fotogramas que no se han impreso y de parlantes que no se han encendido.
Esta sucedió hace algunos días, José Alejandro se hizo a pulso, ha sorteado agudas crisis en su oficio, en su salud y su existencia. Hoy, es mas fuerte que ayer, más grande, más libre.
Confieso que estoy por creer que un ángel me acompaña, que es mi productor, pues acerca a mis manos los testimonios más hermosos, los más valientes, los que me hacen ser una mejor persona, los que llenan de riqueza mi espíritu, los que producen rentabilidad moral y exponen un capital sensible incuantificable. Como todos son inspiración y todos realidad, con nombres o sin ellos, tengo dos caminos; dejarlos para mi, lo que implica atragantarme y asfixiarme de entusiasmo o compartirlos con ustedes y evitar que todo se marchite como se marchitan las historias bellas sin contar. Siempre hay dos caminos.