Es evidente que hemos abandonado la interlocución con lo fundamental. En el mundo material siempre hay alteraciones, pues este mundo está lleno de dualidades que perturban. No es fácil escapar de ello; solo aquellos que logran, en medio del mismo, abandonar la alabanza o el desprecio, pueden disfrutar de un conocimiento más honesto y más profundo, el cual, permite atender y entender otros lenguajes. 

El universo se encuentra todo conectado. Nuestro planeta es un sistema global, no independiente. El milagro de la vida no es tan simple como parece para muchos, es la sumatoria de millones de conexiones sutiles que permiten que todo suceda. La magia suprema. La variación de una partícula modifica el desarrollo de la cadena, la extinción de una especie supone que suceda lo mismo con otras tantas. 

Algunas voces poco escuchadas lo advierten, lo gritan y lo exponen, y no son precisamente las de los expertos, ellos, solo son sus mejores intérpretes, me refiero a las voces de los seres más valiosos y, tristemente, los más afectados: los animales y las plantas. 

Ellos son un termómetro preciso y exacto, nos muestran en tiempo real, el funesto resultado de oír sin escuchar y de ver sin observar. 

Los osos polares están muriendo por la pérdida de hielo flotante. En el noreste de Groenlandia, la capa de hielo disminuye 10.000 toneladas al año.

Un león marino perece en las costas del Pacífico, los nutrientes de esas aguas se agotan y escasea su comida, las corrientes de aguas frías se detienen y la cadena alimentaria se rompe.

En otro rincón, los corales se blanquean y mueren las especies que en ellos habitan. Como si fuera poco, las aves migratorias han dejado de migrar.

Recientemente veinticinco provincias de Irán sufrieron inundaciones históricas y en la India, una de las ciudades más pobladas, se quedó sin agua por intensas sequías. 

El informe más reciente que la ONU ha publicado sobre el estado del medio ambiente predice la mayor mortandad en la vida marina producto de la acidificación de los océanos que provoca el deshielo Ártico.

Sin embargo, seguimos sin atender. Algunos hombres “serios” exploran vida en otro planeta y olvidan respetar la vida que agoniza en el que habitan y del que se lucran. 

¿Qué tal si abandonamos la mesa de reuniones por un instante y cortamos la llamada con los rostros dueños del negocio para restablecer el diálogo con los verdaderos dueños del planeta? 

Colombia es el segundo país con mayor diversidad del mundo. Contamos con más de 54.000 especies entre animales vertebrados, invertebrados, plantas y vegetales, 1.200 de ellas están gravemente amenazadas.

Valdría la pena hacer silencio por un instante para poder oír al jaguar, para escuchar al delfín rosado, para sentir al oso andino y a la tortuga carey. Para contemplar ser los ojos   del manatí del caribe, del caimán negro y del águila solitaria, para ser el latido del pez sierra y del mero guasa, simplemente, para ver si así, podemos entender cuánto les debemos, percibir su estado vulnerabilidad, su alto riesgo de extinción y su peligro crítico. 

Solo sus voces nos llevan a entender que somos parte de una red de interacciones, que no somos nada por sí mismos, que hemos puesto en riesgo el equilibrio y lo hemos hecho frágil.

Queda claro que el lenguaje más preciado no lo entiende el hombre, lo abandonó hace rato creyendo que quienes lo hablan, son sólo, “animales”.