La idea de ser felices, de avanzar en busca de la felicidad, es una idea relativamente nueva. Por lo menos en este lado del mundo. No se si nuestros abuelos y visabuelos lo tuvieran tan presente como nosotros. Hoy, es un deseo expuesto, casi una obligación.
La elevación de la consciencia, el acceso a informacion útil y valiosa, los avances de la ciencia y la tecnología, el auge de disciplinas y creencias milenarias de oriente y algunas manifestaciones más, han alimentado y madurado la idea relacionada con la importancia de ser feliz. Está inoculada en nosotros y sin filtro, a ratos sin orden, pues el deseo en demasía por conseguirla, también es una condena. No podemos olvidar que toda fuente ordinaria de felicidad, incluida la búsqueda de la felicidad misma, puede convertirse en fuente ordinaria de sufrimiento.
Ahora bien, seguramente usted tiene identificadas algunas cosas que lo hacen feliz, como yo, pero aún, nos sigue costando serlo. Es porque, probablemente, confundimos lo que nos gusta, con lo que está comprobado, nos puede proporcionar felicidad.
Robert Waldinger (72) es Psiquatra y profesor de la Universidad de Harvard, allí dirige el estudio científico más largo de la historia sobre la felicidad. Este, inició en 1938 con 700 jovenes y todavía está en práctica. El estudio ha seguido la vida de los mismos miembros de familia durante 85 años y ha permitido analizar más de 2000 personas. Waldinger, es su cuarto director y ha manifestado recientemente, dos puntos claves, científicamente comprobados, para acercarse a la felicidad.
Estos son:
La salud y la relaciones personales. Ambas tejidas, ambas relacionadas.
Lo primero, de esperarse y más despues de lo vivido. La salud es eternidad. Es fundamental. Y lo segundo, alimenta lo primero.
Tener buenas relaciones, buenos amigos, buenos miembros de familia, según el estudio: “reduce las probabilidades de padecer enfermedades coronarias, diabetes tipo 2 y artritis y muchas otras más”.
El buen relacionamiento personal “evita que el organismo permanezca en modo de lucha, de huida, con hormonas alteradas y altos niveles de inflamación.”
Por lo visto, los dolores que generan las malas relaciones, son tan poderosos como los que advierte el frío la soledad. Consumen, desgastan, deterioran, actúan de manera silente y corrosiva, dinamitan, sersenan, drenan. Ambos acortan la vida y la hacen infeliz. Matan.
Y un dato más, si en algún momento pensó que el dinero le podría acercar a la felicidad, el estudio identifica igual de estresante no tenerlo, como ternerlo en abundancia, y el profesor deja claro: “varias de las personas más tristes del estudio eran las más ricas”
En esta Semana Santa, valdrá la pena revisar como estamos de familia y como estamos de amigos…