Entiendo que la opinión se construye, entre otras tantas cosas, gracias a la investigación, a la formación, las vivencias, las experiencias, las anécdotas, los hechos vividos, las lecturas, las preparación y claro, los pasos que damos por la vida, el recorrido, el ruido y el susurro de la cotidianidad y sus espacios de magia y vacío. Así vamos tejiendo lo que nos sugiere ir formando una posición frente algo y en ese sentido, considero válido de vez en cuando, compartir pequeños instantes, trozos de historias que otros publican, exponen o presentan, al final considero que no somos dueños de nada, que todo, es todos.

Hoy quise hacerlo de forma casi literal. Es el resumen de un estudio, de esos que uno no entiende para que sirve pero lo lee, publicado en Europa por un semanario y que llegó a mis ojos producto de esas horas en las que buscamos en los diarios, los pasquines, las canciones, los poemas o los libros temas simples que nos ayuden a sobre llevar el tiempo y ojalá a través de su simpleza nos orienten y nos lleven a lugar desconocido, para desde ahí, cuestionarnos.

El antropólogo británico, Robín Dunbar pidió a miles de seres que especificaran la lista de amigos y el tipo de relación que tenían con ellos. Con esos datos crearon escalas numéricas y entregaron un informe donde estructuran nuestros círculos de confianza.

Primer círculo, relaciones íntimas: Usted puede tener 1.5 relaciones íntimas o románticas, según él, no hay espacio para más.

Segundo círculo, grandes amigos: los amigos más especiales, esos que llevamos en el alma, que están para todo, siempre dispuestos a ayudarnos, siempre firmes, son 5! No hay más.

Tercer círculo, amigos cercanos: los relacionados con nuestra vida social, con los compartimos y pasamos buenos ratos, en los que de cierta manera confiamos e intercambiamos momentos familiares. Máximo 15.

Cuarto círculo, buenos amigos: son los que están en la lista de las celebraciones de cumpleaños o aniversarios, los que invitamos a una fiesta. 50.

Quinto círculo, Amigos: los que han pasado por períodos de nuestra vida, los que de una u otra manera están en nuestra memoria, los que pasan por la mente en la lista de la boda. 150.

Sexto círculo, conocidos: tan solo así, conocidos. Son 500.

Séptimo círculo, conocidos de nombre: el método expone que es muy probable que retengamos 1500 personas, en función y a razón del tiempo que dedicamos como especie al fenómeno de socializar.

Octavo círculo, conocidos de cara: podríamos según Dunbar, recordar hasta 5000 caras lo que según él, no implica ninguna haber tenido interacción social con ese número, simplemente un recuerdo.

En el estudio, las relaciones son concéntricas y cada capa resulta ser tres veces la que precede. No contempla seguidores en redes sociales como patrón exacto de cercanía y confianza.

No sé qué tan cierto sea todo esto, no importa no es relevante. Aunque, seguramente mientras usted lo leía y yo lo reproducía, pensamos en varios de los nombres que integran nuestros círculos, hay algo que estos datos insípidos generaron en mi un espacio para reflexionar: hay un círculo del que poco se habla, el propio, nuestra relación con nosotros mismos, la que verdaderamente sana, cura y alivia, la más importante de todas, la que nos permite transferir a otros luz u oscuridad, dolor o esperanza, miedo o fuerza.

Al parecer pasamos la mayor parte de la vida buscando en orbitas externas lo que no hemos hallado en la interna y, qué raro, ¿acaso no es con nosotros mismos con quién más tiempo pasamos en la vida?