Cada inicio de año marca la tendencia a hacer pronósticos, algunos fundamentados en el comportamiento del año que termina, otros por los proyectos que se estiman se desarrollarán, otros basados en los deseos más profundos de cada uno. Lo cierto es que desde la naturaleza humana la generación de sueños, anhelos y expectativas están presentes, exteriorizadas o no, todos los humanos tenemos ilusiones, vislumbramos un futuro y queremos alcanzar algo, modificar o mejorar una situación en el panorama que nos rodea personal, familiar, laboral o en nuestro entorno.

Dejamos atrás un año complejo en el contexto mundial y nacional, crisis en las instituciones, inflación que tocó hasta los alimentos y productos más básicos de la canasta familiar impactando socioeconómicamente a las familias, servicios públicos aumentados y con necesidad de mejoras, inseguridad, violencia en todas sus formas, entre otros aspectos señalan lo oscuro del 2022 que ya pasó, lo acabamos de ver partir y hoy en recién amanecer del 2023 nos centramos en la esperanza.

Necesitamos la esperanza para seguir, necesitamos las ilusiones y los sueños para continuar, necesitamos la inspiración para ejercer nuestro trabajo, cumplir de manera efectiva nuestro rol, para estar en este mundo, para vivir. Todavía hay quienes consideran que no se ilusionan porque de pronto no lo consiguen, no tienen hijos porque vienen a este mundo a sufrir, no dan lo mejor de sí al otro o a la vida porque le pueden fallar, y así sucesivamente una cantidad de expresiones auto aniquiladoras, desbastadoras de la esencia misma de la vida que invita al ser humano a ser fuente de creación en toda su plenitud. Que en el camino existan atajos es normal, que lo planeado no se cumpla dentro del orden preestablecido puede suceder, que haya cambios y ajustes en el camino es dable y hasta necesario; pero de ahí a cancelar tu pozo natural de ilusiones y sueños, congelarlos o cancelarlos sería restarle sabor a la vida, que tus días carezcan se sabor, de entusiasmo y vitalidad.

La esperanza y la desesperanza se aprenden, se eligen y se desarrollan, en cada uno está elegir ver el vaso medio lleno o medio vacío, o encontrarle múltiples excusas y explicaciones a lo que le sucede, culpar a otros y no ver que hizo o que hay en su ser que le está llevando a un deterioro de su vida, a un desbalance progresivo de su existencia a una involución de su bienestar integral.

En este llamado a la esperanza revisemos las decisiones que hemos tomado o tomaremos, revisemos los modos de actuar y comunicarnos, la comunicación violenta (gestos, críticas destructivas, lenguaje soberbio y señalativo, los silencios resistentes y castigadores, entre otros) genera violencia y decadencia del ser, además de los conflictos en las relaciones interpersonales o llegar al aislamiento social.

Revisemos nuestro comportamiento, el manejo de la frustración y el dolor por diferentes razones que pone en evidencia que tan fuertes somos, qué recursos emocionales apalancan nuestro crecimiento y desarrollo o por el contrario nos atrasan y perjudican. Revisemos nuestra actitud ante el triunfo y logros de los otros, revisemos nuestro creer en Dios y creernos Dios, revisemos nuestro ego y como nos está afectando y no lo confundamos con autoestima, revisemos nuestros pensamientos y palabras tan determinantes en la calidad de nuestra vida.

No permitamos que se debilite el músculo espiritual de la fe y nos gane el facilismo y la materialización, démosle auténtico sentido de esperanza a nuestra vida, y cuando en momentos de presión donde sintamos que flaquea la luz de la esperanza, no la apaguemos ante el mínimo obstáculo o tropiezo, por el contrario, con paciencia encaucemos hacia nuevos rumbos nuestro propósito. Que no nos gane la fragilidad de la esperanza en el mundo de hoy y recuerden: Lo último que se pierde es la esperanza’.

A todos les hago llegar mis mejores deseos para que podamos progresar en este año por el camino del amor, la fe y la esperanza con justicia y paz entre las personas, las comunidades, los pueblos y los Estados.

dgcapacita@gmail.com