La noticia del Premio Nobel para Gabito llego a mi familia de una manera casi surrealista. A la casa de mi hija Patricia Cepeda, que entonces vivía en Portland Maine U.S.A. entró una llamada de Nueva York en la madrugada del aquel día de Octubre de 1982, Contestó la niñera salvadoreña quien trasmitió la noticia así: ¡Señora Patricia, Señora Patricia, su mamá se ganó la lotería!

Pasado unos minutos de preguntas y respuestas llenas de ansiedad, Patricia devolvió la llamada de Nueva York y se enteró de la verdadera noticia que nuestro compadre Gabito se había ganado el Premio más importante de la Literatura Universal. A partir de ese momento todo pareció funcionar en una nube de incredulidad con la llamada de Mercedes que decía que Gabito quería que lo acompañáramos a Estocolmo, que ya Germán (Vargas) y Alfonso (Fuenmayor) lo sabían, que me pusiera en contacto con ellos.

EL avión que nos tocó iba lleno, más de 150 personas se habían sumado al paseo de manera propia, de acompañar a Gabriel García Márquez a recibir su Premio Nobel.

Lo que sigue es historia, la convocatoria en la sala de oro y figuras mitológicas de la academia y el discurso de Gabito. La soledad de América Latina, Totó La Momposina impactando con aquel chorro de voz desgarrador a la audiencia europea en el Palacio de los Reyes de Suecia, algo mágico pasó aquí, son mil trescientos asistentes, siento un silencio paralizador, mezcla de asombro y temor al oír a Totó cantar "Soledad". Africanos asiáticos, europeos australianos y latinoamericanos, reciben la desesperanza de aquel lamento como si de repente entendiéramos que la soledad de América Latina es la soledad del universo.

Muchos años después aparecen en prensa noticias perturbadoras acerca de la sacrosanta Academia Sueca. Que no me sorprenden en absoluto, porque a mí me pasó algo insólito en Estocolmo. Hacia parte de los cinco invitados especiales a que tiene derecho el ganador del Premio Nobel. Fuenmayor y Adela, German y Susana, Álvaro y Tita. Álvaro ya no estaba con nosotros, pero Gabito quiso que yo asistiera en representación de su amigo y compañero de vida física y literaria.

Todos recibieron sus invitaciones, menos yo. Doy paso a Eligio García Márquez quien escribió en su columna del Espectador (oct.1982)"La Embajada Colombiana no pudo dar una explicación suficiente empezando por el mismo Gabriel García Márquez, quien enfurecido, amenazó con no asistir a las ceremonias, si no aparecian 2." Espantada asistía a las reacciones que había provocado, me di cuenta que Gabito estaba perfectamente informado de lo que ocurría con las invitaciones faltantes. Existía un mercado negro en Estocolmo para las invitaciones a las ceremonias de los premios. Una completa estación elegante, con la presencia del Rey Gustavo Adolfo y la familia real, para suecos y extranjeros pudientes. La mecánica funcionaba entre la Academia y las Embajadas premiadas que se repartían las invitaciones que suponían no causarían problemas”.

Pero no contaron con mi amigo costeño Gabito quien se opuso a todas las manipulaciones y logró imponer su decisión tanto a la Academia como a la Embajada colombiana de la época. Hoy que todo el país celebra los cuarenta años del Nobel, me gusta contarlo, como ejemplo de solidaridad del Nobel y porque se convirtió en uno de los grandes recuerdos que guardo de Gabriel García Márquez.