Conocí A Germán Vargas (circa 1951) una tarde en el Estadio Romelio, junto a Alfonso Fuenmayor y fue mi amigo y consejero durante toda su vida, precisamente sobre temas editoriales, como lo había sido con Álvaro. La solapa que escribió para Todos estábamos a la espera (1954) es un modelo de pensamiento inteligente y apreciación legítima. Trabajamos juntos en las más diversas actividades. Cuando encontré las latas sin revisar ni editar de Un carnaval para toda la vida, filmadas en 1961 por Álvaro Cepeda Samudio y Gabriel García Márquez, fue el primero que me entusiasmó para editar y armar con Pacho Bottía y Ernesto Gómez, quien escribió la narración que el leyó con su voz sonora de cantante de tango.

Otro día, nos encontramos sin director de la Cinemateca, recién fundada, y me dijo –Tenemos que seguir adelante–, y seguimos a darle vida legal a lo que era un proyecto sin documentación alguna. Jaime Abello nos apoyó completamente, y así empezó a funcionar la hoy exitosa Cinemateca. Innumerables son las veces que habló sabiamente en favor de esta editorial, y no de la otra, para La casa grande de la cual se hicieron 17 ediciones, sin contar la inglesa y francesa, y hasta búlgaras y cubanas. Pero lo máximo, fue mi padrino de boda, el padrino que encontró a tiempo las arras para tranquilizar al sacerdote que no las tenía todas consigo. Por eso, hoy día de esta fecha tan importante evoco su imagen generosa y siento su ausencia como si fuera el primer día de su paso a otras dimensiones.

La revista CRÓNICA. El año de 1950 fue un año intenso y de grandes logros. Se formó el Grupo de Barranquilla con Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor, Gabriel García Márquez y Álvaro Cepeda Samudio. Experimento único e irrepetible, la resultante de una sinergia que se instala de forma natural entre artistas, escritores, pensadores e intelectuales, hombres de letras y de acción, en el proyecto más universal que haya producido la literatura y el arte colombiano. (Rodríguez Amaya).

En este mismo año de 1950 sale la revista Crónica que tenía la particularidad de unir fútbol y literatura. En la Manchette decía que eran fundadores y escritores. Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Gabriel García Márquez, y Álvaro Cepeda Samudio, más Julio Mario Santo Domingo. Alejandro Obregón, Alfonso Melo y Rivera Figuritas, los ilustradores. Alfonso Fuenmayor, a cuya tenacidad se debe la revista, traducía del francés y del inglés cuentos de Huxley, Greene o Hemingway; y Álvaro Cepeda traducía a los nuevos cuentistas norteamericanos: Faulkner, Capote, Caldwell. Acompañados por todos de los mejores trabajos sobre futbol. Germán Vargas publicó un excelente reportaje sobre Heleno de Freitas, el jugador más discutido del momento. Nunca supimos quién fue el autor de este sistema de fútbol-literatura, pero los cuatro alardearon toda su vida del invento.

Para los fundadores y escritores del Grupo era claro que se quería una renovación de la narrativa nacional a través de una política del cuento. Política que partía del concepto de que a través del cuento se podría universalizar la narrativa nacional. Desde los primeros números de Crónica se publicaron cuentos de los más importantes maestros en la especialidad. Aquí cabe destacar el papel histórico del Grupo y la amplitud y actualidad de su cultura en relación con lo que se conocía en Bogotá. Se publicaron dos cuentos de Borges y dos de Felisberto Hernández, autores desconocidos en la capital. Gracias a la Librería Rondón, el grupo leía la Revista Sur desde 1940, más otras literaturas válidas y recientes. Cepeda inicio una afición por los escritores del Río de la Plata, escritores de puerto y soledad. En El piano blanco, de Cepeda, hay celajes de Felisberto y de El Túnel de Sábato. Una nota de Gabito sobre el Teatro de Laguado es uno de los mejores ejemplos de la línea cultural que sostenía la revista. Cuando Crónica publica Emma Zunz, de Borges, se quiere resaltar como modelo de evocación la ciudad, sin llegar a la facilidad de la descripción. Buenos Aires tiene terminal marítimo y calles como la Calle del Crimen, aquí hay descripciones, todos son sugerencias y silencios definitivamente hispanoamericanos. Los barranquilleros sabían que algo se estaba gestando en los países del Sur. Se iniciaba la tendencia a la introducción de los valores hispanoamericanos mucho tiempo antes del Boom.

Crónica, como reveladora de una política del cuento, valió y vale más, por los cuentos de los autores del Grupo, y por la concentración de grandes cuentos extranjeros. Fue, sin duda, la mejor revista literaria de Colombia.