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Castas

La posibilidad de abordar este tema ha sido socialmente censurado con expresiones típicas del país como que quien decide referirse a este problema es abiertamente catalogado como un “resentido social”. Esta referencia  ha sido común a lo largo de nuestra historia y  ha servido como mecanismo para invalidar cualquier intento de reivindicación social en un país donde ser un “resentido” conlleva una connotación deslegitimadora de cualquier observación u opinión personal. 

En la sociedad colombiana se ha perpetuado la idea de castas y clases sociales que imperaron en la colonia, definiendo parámetros sociales según criterios elitistas que hacen que la desigualdad no solo sea un asunto de acceso a oportunidades laborales o profesionales, sino un tema basado en la figura obsoleta y racista de la pureza de sangre. Este es un tema del  que poco o nada se habla pero que está implícito en la cultura colombiana, con comentarios públicos y privados, que hacen que sea sumamente complejo avanzar como sociedad en medio de un esquema en el que hay una vocación de superioridad personal  según el contexto social en el que se nace, la tradición familiar e incluso por las ciudades de procedencia. 

La posibilidad de abordar este tema ha sido socialmente censurado con expresiones típicas del país como que quien decide referirse a este problema es abiertamente catalogado como un “resentido social”. Esta referencia  ha sido común a lo largo de nuestra historia y  ha servido como mecanismo para invalidar cualquier intento de reivindicación social en un país donde ser un “resentido” conlleva una connotación deslegitimadora de cualquier observación u opinión personal. 

Ahora, en un país que tiene tanto diversidad de culturas como de problemas, esta conversación social se ha dejado de lado pues hemos caído en la trampa de priorizar otras preocupaciones sobre esta. Este sistema de clases sociales se hace notable desde la forma en la que se ha estratificado a los diferentes sectores socioeconómicos, hasta cuando se viraliza un video de Tik Tok. El ejemplo claro de esta semana fueron los comentarios derivados de un video que se hizo viral en las redes, de una mujer que afirmaba tener 23 años y definía unos requisitos mínimos para su pareja ideal. Más allá de las observaciones sobre las exigencias de la mujer, la respuesta de los usuarios en las redes sociales fueron desde la arrogancia hasta el rampante clasismo, haciendo calificaciones discriminatorias que iban más allá de una crítica por el contenido que se estaba compartiendo, y que muestran la facilidad y la naturalidad con la que se puede encasillar socialmente a una persona según consideraciones estéticas.  

Este problema no es exclusivamente colombiano, valga la pena aclarar que en todos los países existen códigos elitistas, con variaciones según cada contexto, pero que ello no hace que este asunto sea menos grave en medio de nuestra realidad. Si queremos progresar realmente como sociedad es necesario abandonar las tóxicas etiquetas sociales, que no nos permiten avanzar de forma horizontal y que solo nos dejan como un reducto de sistema social injusto y anacrónico. 

@tatidangond

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