Se abre la puerta para la terminación del conflicto con la guerrilla del ELN, en un contexto en el que todas las condiciones están dadas para cerrar lo que podría ser el capítulo final de la guerra con las guerrillas colombianas. Ahora, si bien estos nuevos diálogos con el ELN tienen más posibilidades de llegar a buen término que otros que se adelantaron en gobiernos anteriores, los desafíos persisten y la realidad es que estas negociaciones distan mucho de las que se sostuvieron con las Farc.

Los diálogos y procesos anteriores que se han adelantado con el ELN han llevado consigo una inmensa frustración tanto de la socidedad como de los gobiernos, lo que ha llevado a pensar a muchos que un proceso con esta guerrilla no será ni fácil ni expedito. Está claro que este proceso no se podrá analizar a la luz de los de la experiencia de el Acuerdo de La Habana, ni del proceso de negociación con las Farc. Pero, el gobierno de Petro ha sabido conformar una delegación que genera confianza a los del ELN y que también integra al establecimiento, una decisión absolutamente estratégica que puede garantizar la viabilidad de estos diálogos.

Para establecer el punto de partida de estas negociaciones es importante retomar la agenda que se había acordado en marzo de 2016 entre las delegaciones del gobierno de Santos y el ELN. Dentro de esta agenda el punto número uno y, tal vez, el más importante es la articulación de la participación de la sociedad en la construcción de paz. Esta idea supone que si bien las negociaciones son bilaterales – entre el gobierno y el ELN-, habrá un tercer componente que será determinante como lo es la participación de la sociedad civil dentro de las negociaciones. Los retos que ello conllevan van desde qué tipo de organizaciones representarán la voluntad de la denominada sociedad civil, qué visiones políticas y sociales se tendrán en cuenta para esta negociación, y hasta qué punto este componente de participación implica someter a consideración todos los puntos que se acuerden.

El ELN ha insistido con anterioridad sobre este punto, advirtiendo que es imprescindible para la validez de los diálogos y unos eventuales acuerdos. Si este tema se maneja estratégicamente y se logra que haya participación efectiva de la sociedad, esto puede evitar problemas de legitimidad como los que tuvo el Acuerdo de La Habana, luego de que ganara el NO en el plebiscito. Además de un asunto de legitimidad, para el ELN es esencial involucrar a las diferentes regiones del país, lo que se podría traducir en un acuerdo de paz donde las regiones sean el eje central y no un accesorio que se incluya por protocolo.

En cualquier caso, aunque el clima político sea propicio para llegar a un acuerdo con esta guerrilla, el gobierno no puede asumir que este tema se resolverá sin mayores impasses y debe tener claro que en estas negociaciones el tiempo corre en contra del gobierno y a favor de la insurgencia, una premisa que los negociadores del ELN tienen muy clara.

@tatidangond