El movimiento feminista en Colombia tiene más importancia y coherencia que cualquier partido político, pues a diferencia de aquellos que se han adherido convenientemente al gobierno a pesar de no compartir sus ideas, muchas feministas que sí apoyaron a Gustavo Petro durante su campaña le están exigiendo que cumpla con las promesas que les hizo a las mujeres colombianas. A diferencia de los políticos acostumbrados a moverse de la derecha a la izquierda -o viceversa- según su conveniencia, el feminismo, cualquiera que sea su corriente, se centra en los derechos de las mujeres y en sus libertades, no en favores e intereses políticos que se traduzcan en cargos burocráticos y poder electoral.
Tal vez esa sea la razón por la que el presidente Gustavo Petro y muchos de sus allegados del Pacto Histórico no entiendan el alcance de sus compromisos de cara a las mujeres, o han decidido ignorar que ser aliados del feminismo no es solo ponerse una pañoleta verde o morada sino implementar una verdadera política que tenga como eje central el enfoque de género. Ahora, el feminismo ha aprendido a hacer control político con fuerza, como lo está haciendo ahora por el nombramiento de la nueva directora del Departamento de Prosperidad Social, Cielo Rusinque, quien es ampliamente cuestionada por su defensa a hombres acusados de violencia de género.
Ahora, lo interesante de este ejercicio de control es que la persona cuyo nombramiento están pidiendo que se revierta es una mujer que, a juicio de muchos, lejos de ser una aliada de las causas feministas estaría más cerca de la defensa del patriarcado. Aunque en una democracia todas las mujeres deben tener cabida, lo que se cuestiona, entre otras cosas, es que se le haya otorgado una dirección estratégica para el gobierno en materia de desarrollo social, algo que sin duda deberá tener un enfoque de género como uno de puntos esenciales.
Sumado a esto, esta decisión parece incumplir con lo acordado con la vicepresidenta Francia Márquez, lo que de ser cierto sería no solo desconocer las peticiones de muchas feministas colombianas sino de los votantes que siguen a la espera de ver cambios sustanciales en la forma en la que se ha gobernado históricamente en Colombia.
Aunque la decisión de dejar a Rusinque quede en firme, es de aplaudir la vehemencia y constancia del feminismo en Colombia, un movimiento que defiende fervientemente sus creencias y que tiene la capacidad de movilizar a cientos de personas a favor de la causa más justa. Esto pone de presente algo que no debería olvidarse, esto es, que tanto en la izquierda como en la derecha el machismo y las promesas incumplidas para las mujeres están en el orden del día.
@tatidangond