Las múltiples guerras que vive el mundo, las peleas incesantes por el poder, las luchas entre seres humanos por creencias, color, raza o cualquier otra razón, son solo un gran reflejo de una pequeña guerra que libramos en nuestro interior. El universo es una simple proyección del corazón de cada uno de sus habitantes. El odio que vemos en las calles no es más que la carencia de amor que habita en nuestro interior, y cada uno da según lo que hay en su corazón. El presente entonces nos revela algo muy claro: hay muchos que hoy libran una batalla interior, una guerra interminable en la que cargamos vacíos, rencores y frustraciones que descargamos contra aquellos que nos rodean.
El ser humano, por naturaleza, desea sentirse bien, feliz y completo, por lo que sale cada día a buscar llenar ese vacío, en busca de esa dopamina que sacie esa sed interior de bienestar. Lamentablemente, en lugar de buscar ayuda, de crear nuevos hábitos, de esforzarnos más y cambiar aquello que no está bien en nuestro interior, la decisión de la gran mayoría siempre gira en torno a buscar afuera lo que no hay dentro.
Así comienza una búsqueda desesperada para llenar nuestros vacíos, sanar nuestras heridas y lograr esa tan anhelada felicidad. El dinero, el poder, el estatus y el placer se convierten en los nuevos amigos; encontramos en ellos la posibilidad de aliviar aquello que en nuestro interior no está bien. Cada vez que logramos algo, la dopamina nos llena de felicidad, nos sentimos plenos y creemos que ya nada nos falta, hasta que todo vuelve a faltarnos.
Hoy somos seres enfocados en el hacer y en el tener, y no en el ser. Basamos nuestra felicidad en nuestras posesiones, logros, cargos, y no en el tipo de persona que somos. Un ser herido hiere, y un ser que busca fuera de sí lo que no tiene en su interior es uno que se encuentra a diario luchando, como aquel que desea llenar un colador con agua.
La guerra acabará el día en que los seres humanos volvamos la mirada hacia dentro, en que cada uno haga un análisis de lo que no anda bien en su vida y se dé cuenta de que estar aquí hoy, respirando, es una oportunidad para cambiar y salir a dar amor al mundo. Pregúntate lo siguiente: ¿Estoy aportando hoy al mundo o le estoy quitando?
La solución es simple, pero no sencilla; requiere de trabajo diario, de valentía y de entender algo fundamental: tú eres valioso y, si lo decides, tienes la posibilidad de vivir una realidad distinta. A partir de hoy, entiende que no eres tus posesiones, tus títulos, tu estatus; eres lo que entregas al mundo. Entonces, el mundo cambiará solo si cada uno toma responsabilidad de sí mismo y comienza a ser mejor para sí mismo y para los demás.
Somos una sola familia; aquí no hay ganadores ni perdedores, es un partido en el que todos formamos parte de un gran equipo. La preparación para este gran partido inicia hoy, y lo único que debemos hacer es ejercitar nuestros corazones para poder ser amorosos, amables, empáticos, compasivos y misericordiosos. Cambia hoy, tienes todo dentro de ti para impactar tu familia, tu comunidad y, más importante, tu propia vida. Dejemos atrás la violencia, amemos más, soñemos más, y solo así podremos disfrutar de las maravillas del mundo y entender que una familia unida es una familia feliz.
@sergonavarrod
Transformational Coach